Críticas de espectáculos

Nutritivo/Sergi Faustino

Rock de la morcilla
Obra: Nutritivo
Escrito, interpretado y dirigido por: Sergi Faustino
La Fundición Aretoa –Deustua- 05-12-04
Este espectáculo está estigmatizado por una anécdota dramatúrgica que abre un exceso de preguntas. El intérprete se saca sangre de sus venas ayudado por una enfermera y con ella se prepara una morcilla que después ofrece al público, previa ingesta de una tapa. Lo que así contado parece una buena ocurrencia, al presenciar el trabajo, este acto de canibalismo adquiere otros valores mucho más incisivos, convirtiéndolo en una incitación a la reflexión, y no solamente por la supuesta repugnancia que puede provocar la sangre humana, sino por el absurdo de la situación y por todo el trayecto de insinuaciones y teatralidades por el que nos ha metido Sergi Faustino, des el recibimiento al público invitándoles a unos pinchos de morcilla que son aceptados con delectación, hasta llegar a ese desenlace tan previsible como sorpresivo, de la ingesta de su propia morcilla.
Se debe calificar como un acto extremo de teatro físico. Pero inserto en un unipersonal en donde se nos expresa una visión a veces popera, o tras muy rockera, incluso muy heavy del ordenamiento del mundo y sus habitantes. La aparente ingenuidad con la que nos relata el actor las dos dedicatorias del espectáculo a dos músicos heavys muertos violentamente, se llena de sarcasmo cuando cuenta, igualmente, la muerte de un ejecutivo, un trabajador de una secta a la que llaman empresa y que se encuentra de frente en una carretera con otro destino, el de un heavy desleído. Ese cuento contiene una paradoja que se vuelve sarcástica, ya que todas estas narraciones están contadas con una gran explosión física, y en muchas ocasiones el propio texto es machacado deliberadamente por la música, por las canciones, creando un mundo cortocircuitado en donde parece imposible la comunicación sin interferencias.
Estamos, pues, ante un gran ejercicio teatral, en donde todo está medido, el tiempo de hacerse la morcilla, sin apenas espacio para la improvisación, por lo tan no es una performance, sino un trabajo que hunde sus raíces en lo ancestral de la representación teatral, incluido el sacrifico, pero con un punto de distanciamiento crítico. Un halo de inteligencia reparadora presentado en forma de rock de la morcilla.
Carlos GIL


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