Observación, duda, decisiones
¿Cómo se organiza el trabajo de un director?
Uno empieza en los ensayos, en la zona práctica, observando, dando pautas, y observando, en espera a ver qué se produce, qué producen los actores, cuál es el centro dramático, dónde están las teatralides, la propia poética, las multiplicaciones de campo, las ficciones. Dejar, que fluya, que se desarmen las convenciones. Y observar hasta poder ver lo que se ve, lo que no se muestra. Desarrollar un ojo más agudo que el ojo normal, que detecta el gesto. Adelantar una gestación de lenguaje, es eso, detenerlo, separarlo, y convertirlo en guía, es el faro que buscamos, para luego dar paso a la edición.
Observar hasta llegar al despojamiento actoral que no sucede y pedirle que suceda: desnudate, liberá esas capas , esos artificios, sacate los vicios de encima, esos gestos ilustran y no dicen nada. Limpiemos el cuerpo de chatarra acumulada por inseguridad, miedos, prejcuicios y malas decisioenes. No hay que subrayar nada, hay que esperar que suceda, ¿y si no sucede? Presionar, ir, detenerse, sumergirse en el silencio, dar paso a la pausa, y nunca mentir, forzar, hacer como que, no hay mayor exposición un actor que cuando la mentira toma el cuerpo. Delatora inmediata de las verdades a medias. No.
Observar después de la observación primera, volver a observar desde lo visual, lo auditivo, ir siempre un paso más de lo obesrvado, no hay pliegue que detenga el ojo. Ese montón de pliegues que acumulan memoria. Un cuerpo no deja de ser un sujeto, objeto de su propia experiencia, evidencia salvaje que condena y construye personalidad.
Observar hasta cuando no se observa. Entrenar como un zoom. Traer a primer plano lo que qiero, ir por el detalle, eso, lo mínimo, la nada que no relata, pero contiene el universo sumergido de la inacción, ese monstruo tortuoso que es la emoción y la incapacidad para resolverlo escénicamente. Me entrego, abro la compuerta, salen los demonios y los ángeles, mezclados. La criatura nace y muere en cada ensayo, en cada función.
Observar desde la duda, que te guie, dejarla que murmure que ilumine lo no encontrado. Que se quede un tiempo para hacerse amigos. Compañera inseparable. Aliada de la pregunta, siempre, al lado, para no sucumbir en la idea, la receta, el relato pedagógico, el impulso de explicar. Ella. Siempre ella. Duerme y se despierta en cualquier momento. Es su trabajo.Dura y blanda. Sin discriminar el orden o el acontecimiento. La duda.
Las decisiones dan la largada y no se detienen. Uno siempre decide, hasta cuando parece inerte, en espera, confiado al suceso. Decidir es uno de los verbos más recorridos por un director.