El aprendiz errante

Odin Teatret: Postales desde las nubes

El 8 de mayo volví a Madrid después de más de un mes en Holstrebro (Dinamarca), trabajando como asistente de dirección de Eugenio Barba para la última producción del Odin Teatret: ‘Hamlet’ s Clouds’. Se terminó así está segunda temporada de ensayos para montar la obra que se estrenará en México en octubre de 2024.

Como todas las veces que vengo aquí, es una experiencia única. Pero está vez fue especial porque viajé con mucha ilusión y, al mismo tiempo, mucha curiosidad y sorpresa por descubrir la nueva casa del Odin Teatret. Para quienes conocen el Odin Teatret y han tenido la oportunidad de conocer su espacio, saben la importancia de este como contenedor y acogedor territorio de intercambio y crecimiento.

La última vez vine fue el 2022, después de varias visitas que desde el 2011 acompañan mi camino de conocimiento y aprendizaje con las maestras y maestros que habitan el Odin. En estos 13 años he sentido al teatro del Odin, actualmente Nordisk Teaterlaboratorium, como mi casa, pero está vez fue distinto. Me encontré con lo que es su nueva casa en el año que el Odín Teatret cumple con fuerza, energía y testarudez sus 60 años de vida.

Consciente de que el «teatro no es un edificio, sino las personas y sus relaciones», recordando a mi manera las palabras del maestro Eugenio Barba, estuve presente, atento e inspirado, en cada instante consciente. Así como he aprendido durante años de las enseñanzas de valiosos maestros, la presencia y la forma de estar en sala ayudan a formar el ambiente de trabajo, que es fundamental a la hora de crear.

Una vez más fue un gran aprendizaje estar a lado de Eugenio Barba, está vez, como asistente de dirección. Allí estaba en silencio, atento, buscando el momento justo para intervenir sin molestar el proceso creativo de Eugenio Barba, pero tampoco desapareciendo callado bajo su presencia. Un trabajo fino, que he ido aprendiendo aquí, durante mis varias visitas en los años precedentes.

Un gran viaje. Aproveché cada minuto de los intensos días de trabajo ocupándome de observar, apuntar y proponer a Eugenio Barba lo que estaba viendo. Respondiendo a sus pedidos y tareas, improvisando y creando. Un ambiente de trabajo dispuesto a escuchar propuestas, si estás dispuesto a sus ritmos, energías y manera de funcionar.

Días intensos de más de 8 horas diarias con media hora de descanso, llevando tareas para la noche o para las madrugadas, en las que era despertado por la luz de Dinamarca, que invadía la habitación todos los días a partir de las cinco de la mañana. Días intensos en que pude observar cómo 60 años de experiencia actúan con urgencia, pero con paciencia, con precisión e improvisación, sabiduría de la técnica y consciente locura.

Una ocasión de ver el por qué una acción funciona y otra no, de ver cómo tomar decisiones aún sin tener idea a dónde va ir a parar el material escénico. En un mes vi la obra transformarse increíblemente, tomar dimensiones y capas de comprensión imprevisibles y desvelando cada día algo más de los textos de Shakespeare.

Además de ser apoyo al maestro, tuve la oportunidad de ensayar con los actores y actrices. Limpiar materiales, crear escenas, crear músicas, sonidos y trabajo de manejo de objetos. La “primera vez que dirigí a Else Marie Laukvik», decía mi cuaderno de apuntes el mismo día que le conté a Viviana Bovino que había trabajado solo en sala con la maestra Else Marie, y me dio una tarea de escritura con el mismo nombre. Lo voy a hacer y, en parte, lo estoy haciendo.

Me sorprendió su humildad al escuchar y dejarse dirigir, así como su capacidad creativa de generar mundos. A pesar de tener 79 años (60 aquí en el Odin), su cuerpo y su voz siguen invadiendo el espacio. La humildad y dignidad de esos “viejos” de la escena, que se devoran las horas de sala con paciencia y siempre atentos a proponer.

Trabajé también con los más jóvenes y aquí no me refiero solo a la edad sino al conocimiento del lenguaje de trabajo y a la cantidad de tiempo de trabajo en espectáculos. Compartir horas de trabajo con ellos acompañando a construir partituras de sonidos, de acciones y trabajo con objetos. La humildad y la humanidad destacó en todo el equipo que siempre ha estado dispuesto a escuchar y hacer.

También tuve que editar sonidos, aprender a utilizar programas de luces, lanzar audio vídeo luces y hacer fichas técnicas. Así como pintar marcos para cuadros, colgar cuadros y fotografías en las paredes y todo lo que hacía falta. Quién conoce cómo se trabaja en los grupos de teatro puede entender. Quién tiene un grupo de teatro como yo, no solo puede entender, pero también estaría muy agradecido de los compañeros y compañeras que desde Madrid estuvieron no solamente llevando Residui Teatro, sino también ayudándome desde Madrid en todo lo que pedía.

Una maravilla poder trabajar así. Las cantidades de horas desaparecen y allí dialogando, luchando y traicionando a Shakespeare, el mundo desaparece. Y en esos momentos que los ensayos dan frutos, la energía que devuelve la creación, paga más que el salario y el sueño. Gran aprendizaje ver el ojo atento de Eugenio, así como la tenacidad y fuerza de los actores; ver la transformación impresionante de los materiales pre-expresivos en materiales que narran, cuentan, emocionan. Ver cómo dirigir a actores y actrices de distintas edades, de distintas experiencias y entrenados con maneras “diferentes” al “lenguaje” de trabajo del Odin, tradición de décadas en las manos de Eugenio Barba y de un pequeño grupo de actores.

En efecto, el ensamble de esa última producción está formado por Else Marie Laukvik y Julia Varley, ambas veteranas, la primera fundadora desde el 1964 y la segunda integrante desde el 1976. Luego Rina Skeel, cantante que trabajó en el Odin por muchos años (desde 1986), ocupándose de la comunicación y de la redes sociales, así como ocupándose en muchas ocasiones como organizadora. Ulrik Skeel, que actuó desde el 1969 al 1985 y luego siguió trabajando en el grupo en la oficina como organizador. Ambos estuvieron involucrados en la “Casa del Sordo”, obra dirigida por Eugenio Barba y estrenada el 2022. Y luego, los más jóvenes, Antonia Cezara y Jakob Nielsen, que acompañan está nueva aventura del nuevo Odin que es la primera obra para ellos en el Odin Teatret.

Ver los vicios de las relaciones de los más “viejos”, la “frescura”, pero también la “dificultad” de los más jóvenes de “resistir” a la “presión” del tiempo, del cansancio y del director y a una sabiduría de un lenguaje de trabajo que todavía no conocen. Ver cuerpos de 75 y 80 años aguantar nueve horas de ensayos con media horas de pausas sin un mínimo de queja o comentarios. Ver la testarudez, la creatividad, la inventiva y la fantasía jugar juntos. Ver esa gran humanidad al servicio de la obra. Ver y aprender. Ver y aprender a ver los detalles en los que “reside Dios”, como decía el escritor francés Gustave Flaubert.

Esos detalles que “atacan” a la percepción del espectador y lo llevan de viaje, volando entre las nubes de Hamlet. Esos detalles por los cuales valen la pena luchar. Esos detalles que a veces pueden dar un sentido a la vida. Falta mucho para ver el estreno en octubre en México. Veremos lo que viene al volver en agosto para acompañar nuevamente el camino hacia las nubes.

“Amleto è pazzo, è pazzo”

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