Odin Weekend en Lecce
Cada vez me cuesta más contestar a la pregunta casi obligada de quienes en un avión o al tomar un transporte les preocupa saber si tu viaje es de ¿placer o trabajo? Si uno va a Lecce, una ciudad con un centro histórico inigualable, con el objetivo de ver unas funciones del último espectáculo de Odin Teatret, se trata de un viaje de trabajo, pero resulta que se realiza en un lugar placentero, como es una sala de teatro viendo una creación artística. Algunos trabajamos allá donde otras personas pagan por formar parte de esos núcleos humanos tan concretos e inescrutables a los que llamamos públicos.
Con mi duda no resuelta, allí que fui a pasar un fin de semana con un plan inmejorable. Importante era presenciar las dos últimas representaciones de “Tebas, en el tiempo de la fiebre amarilla”, del Odin en el Teatro Koreja. En la primera nos dejamos llevar por lo emocional, compusimos nuestra idea de lo que se contaba en griego a base de hilar con los nombres de los personajes, las acciones físicas, el recuerdo de lo que a lo largo de la vida hemos visto y recordamos de estas historias de guerra, violencia y desgarro.
La segunda función, a mi entender salió bastante más fluida, lo que me permitió sentir de manera más plena unas sensaciones técnicas y artísticas relevantes. El espacio escénico con los espectadores colocados frente a frente, los elementos escénicos formando parte de una estética deliberada cargados de simbología y de valor comunicativo; un equipo actoral formando una coreografía invisible, creando un ambiente musical, coral, un constante fluir de sonidos, canciones, textos dichos con una cadencia que los convierte en imágenes complementarias, en un matiz de la composición general, cromáticamente mayestática, ocupando todo el espacio a base de movimientos sincronizados, de telas que aparecen y se autogeneran para dejar un rastro por el que buscar cada uno la complementariedad, el fin de la propuesta. Cada espectadora es una dramaturga terminal de lo ofrecido.
Hasta ahí, todo lo que sentí y puedo contar de manera razonable sobre el espectáculo. Pero había muchas cosas más y algunas de una gran relevancia. Por mi tendencia a disfrutar de los proyectos utópicos, hay que señalar que la sala, espléndida, dotada de manera exquisita, es privada, pertenece al proyecto de alguien que ama el teatro, que compró hace unos años una fábrica en ruinas a las afueras de Lecce y con paciencia y sabiduría y mucho esfuerzo físico y económico fue construyendo un lugar ideal para la creación y para la exhibición de espectáculos teatrales, sean en el formato que sea.
Una dependencias pensadas para ello, con habitaciones para que puedan residir los equipos artísticos creativos o de exhibición, con un patio magnífico que se puede utilizar para otro tipo de exhibiciones, un hall inmenso, con un bar, un lugar que ayuda a la conversación, al estar en un ámbito teatral contaminante desde el momento de atravesar la puerta. Una maravilla que, mirando en su historia, resulta que nació con inspiración y complicidad de varias personas vinculadas al Odin y encontramos en los carteles históricos nombres muy amados.
La gran noticia es que el día 13 se va a presentar de manera oficial una magnífica iniciativa que cuenta con la actitud positiva de la Región de Plugia, que cede unas salas impresionantes en el edifico donde está ubicada la Biblioteca Pública, para hacerse una instalaciones que sean el archivo de la historia del Odin y de Eugenio Barba que es oriundo de esta región. Visitamos las salas, todavía limpias, se empieza hoy lunes a ir montando todo lo pensado, está llegando un camión de catorce metros con material, va a ser algo que se irá implementando de manera paulatina. Es una magnífica idea, porque queda en un espacio público, bien dotado, que ayudará a convertirse en un lugar de investigación. Un legado, al que Eugenio Barba, junto a Julia Varley y su Fundación, están entregando mucha ilusión y energía. Esperemos a las noticias oficiales, antes de destripar lo que se está pergeñando de una manera importante.
Un detalle a mi entender importante es que en la salas contiguas a las del Odin, ya existe unos espacios dedicados a Carmelo Bene. Estas están ya abiertas, con una impresionante biblioteca de Bene, algunos de sus vestidos originales, y varios materiales audiovisuales. Esta biblioteca de Lecce se convertirá en un foco teatral de primera magnitud.
Nos hospedaron en el tercer piso de un edificio magnífico donde reside el Museo de Arte Contemporáneo. Una decena de habitaciones perfectamente equipadas para alojarse y entre las muchas actividades programadas y al servicio común unos espacios de coworking artístico. Todo son notas positivas para ver que desde las instituciones se pueden implementar políticas que sepan aunar las necesidad de los creadores y las posibilidades de relación con la ciudadanía.
Lecce en una maravilla, duele el cuello pasar por su centro histórico, casi todos los balcones, las puertas, los edificios son monumentales, barrocos en muchas ocasiones, En mi paseo, además de lugares inenarrables por su belleza y magnificencia, encontré cuatro teatros más, las ruinas del Teatro Romano, que tiene un escueto museo y que necesita de una labor de reconstrucción, lo mismo que el anfiteatro, en medio de la ciudad, impresionante, pero a la espera de una intervención arquitectónica de reconstrucción para disfrutarlo mejor.
Pero encontré tres teatros más, el Apollo, magnificente, no pude entrar. El Teatro Politerama Greco, donde se anuncia un espectáculo de Massimo Ranieri, y el Teatro Paisiello, una deliciosa bombonera en perfecto estado, que sigue en activo y al que pudimos entrar y ver su platea y escenario. En un fin de semana, me llevo todo lo explicado, además de amistades recuperadas, el equipo del Odin y otras sobrevenidas, mi cicerón en estos días un napolitano que tiene un grupo de teatro en Calabria, Vincenzo Mercurio y la reafirmación en que Eugenio Barba es una persona única, una fuerza creadora y con una capacidad para inventarse situaciones de futuro que ayuden a consolidar la trayectoria de más de cincuenta años del Odin.
En tres días no se puede acumular mejores sensaciones. Tengo muchos motivos para sentirme satisfecho y con muchas ganas de seguir alimentando estas amistades que tanto aportan.