Críticas de espectáculos

Olvida los tambores.

OLVIDA LOS TAMBORES. Teatro La Latina de Madrid. Autora: Ana Diosdado. Director: Víctor Conde. Intérpretes: Carmen Morales, Antonio Hortelano, Ana Polvorosa, Guillermo Ortega, Antonio Albella y Leo Rivera. CUANDO LOS TAMBORES HABLAN… De la posibilidad de construir sin destruir; de la posibilidad de mejorar un mundo sin demoler sus cimientos; de la posibilidad de crecer sin que las huellas de los que nos precedieron detengan nuestros pasos; de la posibilidad de caminar hacia delante sin que nuestra sombra se extienda implacable sobre el pasado por muy oscuro que éste pueda ser. Hace 37 años Ana Diosdado escribía “Olvida los tambores” una obra que se adentró con una habilidad y una delicadeza absolutas en los laberintos sentimentales de la juventud de aquella época; una juventud inquieta, indecisa, ansiosa de libertad y atrapada en unos usos caducos. Con éste, su primer texto, la autora española, nacida en Buenos Aires ganaba el Premio Mayte y el galardón del Foro Teatral de 1970. El reparto entonces, estuvo formado por Juan Diego, Jaime Blanch, Emilio Gutiérrez Caba, Mercedes Sampietro, María José Alfonso y Pastor Serrador. Víctor Conde ha recuperado este texto, con el fin de demostrar algo que salta a la vista, su actualidad. Cinco jóvenes actores dan vida a esos jóvenes dispares que intentan tomar sus primeras decisiones, que intentan atravesar la barrera de la adolescencia hacia una madurez consciente, que intentan decir lo que sueñan a pesar de todo y de todos, que resisten aunque sea a golpe de tambor. Alicia (Ana Polvorosa) y Tony (Antonio Hortelano) son una pareja que vive su amor de una manera libre y sin ataduras. Él es un músico prometedor que junto a Pepe (Leo Rivera) pretende alcanzar la fama. Ambos han concertado una cena con un productor que los ayudará, Nacho (Antonio Albella) Esa misma noche, la hermana de Alicia, Pili (Carmen Morales) se presentará en el apartamento de la primera, cansada de la monotonía de su matrimonio, del sin sentido por el que transcurre su vida… tras ella llegará su marido, Lorenzo (Guillermo Ortega). Todos juntos cenarán esa noche… una noche en la que sus miedos, sus inquietudes, sus errores y sus mentiras quedarán al descubierto… Una noche en la que alguno de ellos deberá olvidar los tambores… porque su sonido atronador ensordece la razón de sus palabras… porque la fuerza irrefutable de su eco no tiene derecho a imponerse en la vida de los demás… porque en un mundo nuevo suenan mucho mejor los violines… El texto escrito por Ana Diosdado es de una extraordinaria calidad. El título y su porqué son de una belleza absolutas. Con estas premisas, lo que podemos ver en el Teatro de La Latina siempre será recomendable, aunque los intérpretes no respondan del todo. Ana Polvorosa, debuta en el teatro y no lo hace del todo mal, aunque al comienzo de la obra se muestra un poco insegura y apresurada. Carmen Morales, conserva un “tonillo” desagradablemente cursi que debería abandonar. Guillermo Ortega tiene alguna dificultad en la vocalización… Antonio Hortelano, Leo Rivera y Antonio Albella responden perfectamente a sus respectivos personajes. Todos ellos crecen en fuerza e intensidad, respectivamente, en el segundo acto de la obra, en el momento en el que la verdad de cada uno sale a la luz, en el momento en el que los esquemas se rompen y todos ellos se dan cuenta de su indefensión, de su soledad ante un futuro incógnito, de la responsabilidad que conlleva una libertad aprendida a duras penas en unas notas musicales y remarcada a fuego en los redobles de un tambor, de la dificultad de ser adulto en un mundo que sólo mejorará cuando nosotros seamos mejores… Víctor Conde, en definitiva, nos ofrece con este “reestreno” la oportunidad de conocer o revisar un texto magnífico… o recordar… siempre es bueno recordar aquello que hemos de olvidar… Sofía Basalo.


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