El Hurgón

Oralidad y Cultura

La ausencia de debate termina condenando a cada cosa, acto, hecho, actividad o proceso a carecer de un soporte teórico que le sirva para distinguirse, para autoevaluarse y para reconocer su papel dentro del desarrollo social, porque lo que no se discute no consigue un registro duradero en el ámbito del conocimiento.

Cada día escasean los debates, bien porque el exceso de información abruma, o porque sacar algo en claro ya de nada sirve, debido a que cada vez se exige menos explicación y más acción.

Muchas actividades humanas surgen con una apariencia de generación espontánea, lo cual no quiere decir que no tengan antecedentes invisibles, que se han ido aposentando en la trastienda del pensamiento, hasta volverse visibles, y convertirse en algo útil al ser humano; pero a medida que las mismas van tomando cuerpo deben proveerse de un soporte teórico que les permita convertirse en un método para orientar a quienes se van sumando al ejercicio de tales actividades, y al mismo tiempo poner en constante prueba el cumplimiento de sus objetivos.

Por fortuna, algunos aún entienden la importancia del debate, y es el caso de un hombre oriundo de México y quien por haber logrado rescatar a tiempo del naufragio familiar, en el tormentoso mar de la historia, un título nobiliario, siente particular veneración por el pasado y se ha dado a la tarea de revivirlo a través del relato oral, no solo contando esas historias de la colonia, que se sabe de memoria, sino representándolas embutido en trajes de la época, que a él le sientan bien porque se nos antoja pensar que su estatura física no dista mucho de la que pudieron tener los que llegaron a México a desordenar la historia, hace ya más de medio milenio.

Se trata de Don Jermán Argueta, conde del Valle Temascalcingo.

La gran preocupación de nuestro hombre, cuyo nombre de pila es Germán, y quien a raíz de haber adoptado su título nobiliario de conde decidió cambiar la G por J y ahora se llama Jermán, es tantear, adonde quiera que va a contar historias viejas, la opinión que tienen aquellos con quienes comparte escenario o frente a los cuales se presenta, sobre el tema de la narración oral, pues, según nos ha confesado en más de una oportunidad, teme que la narración oral deje de ser un vehículo de contenido social, por el exceso de trivialidad de que está siendo víctima y por el pobre criterio acerca de su utilidad que expresan algunos de quienes la ejercitan.

Es por eso que hace algunos meses tomó la decisión de armar una red iberoamericana del pensamiento y la discusión en torno de dicho tema, e invitó a formar parte de ella a personas que viven en medio de la narración oral en varios países del área descrita, y que por tal motivo, considera nuestro conde Jermán Argiueta, son referentes de primera mano.

Fue así como después de armar la red, me imagino que, en medio de elucubraciones y sueños dispersos, como ocurre todo en la mente de nuestro distinguido amigo cuando se embelesa con un proyecto, decidió darle cuerpo a algo que venía girando en su mente como concepto y convertirlo en una revista impresa, y con formato digital, titulada ORALIDAD Y CULTURA.

Dado el fervor que sentimos por la discusión, porque consideramos que es un método para agarrar desprevenidos a los embaucadores que andan por el mundo inventando teorías, y que venden a manera de conferencias magistrales, hemos decidido hacer un comentario sobre la existencia de esta revista, acerca de cuyo contenido nos abstenemos de opinar, porque nuestra misión, como hurgones que somos, es compartir con nuestros lectores los descubrimientos que vamos haciendo y que consideramos útiles para alentar el espíritu de debate.

Mírenla; su colorido es deslumbrante. http://issuu.com/oralidadycultura


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