Diario de Origami

Origami se abre

 

Praga, 10 de mayo de 2010

Alguien me pregunta qué he hecho con los actores. Silencio. “Aún no hemos llegado al final”, respondo tras la pausa. Sobre el escenario, ellos cuatro, cuatro personas que ya pertenecen a mi historia personal. Al resto de mis días. Qué más puedo hacer aparte de amarles.

 

Praga, 11 de mayo de 2010

Calma tensa. No haremos previas con gente. Tomo la decisión a última hora. Aún queda mucho que hacer. Los actores saltan a la arena, dispuestos. Más unidos que nunca. Compartimos nuestros nervios y sonreímos. Tras las sonrisas, luces y complicidad.

Llegan mi madre y Fran, desde Barcelona y Madrid respectivamente, con sus respectivos retrasos también, por el volcán.

 

Praga, 12 de mayo de 2010

Ensayo general.

Al acabar el pase, algunas personas entre el público me piden que les firme el programa. Y se presentan. De un teatro de aquí, de otro teatro de allá… Y dan las gracias. Me azoro…

La televisión ha grabado la totalidad de la obra. Parece ser que para el reportaje quieren utilizar ciertas secuencias que prefiero que no se emitan. La intimidad de un trabajo realizado en un teatro debe permanecer en el teatro, no exhibirse fuera de éste. ¿Para qué? ¿Para quedar reducido a qué? Al final seleccionan otros fragmentos.

Última nota para los actores antes del estreno: sus personajes ya crean en escena y encuentro innecesario decir si lo que hacen está bien o mal porque los actos proceden directamente de cada uno de sus personajes y de sus verdades. Los actores transportan sus personajes por el escenario. “Vuestra interpretación es completa, un acontecimiento total de creación y verdad, así que mañana… ¡mucha mierda! O como dicen en bohemio… Zlom vaz! (¡Rómpete el cuello!)”.

 

Praga, 13 de mayo de 2010

Irrumpen en la sala cuatro guardaespaldas con un pastor alemán negro. El perro me sonríe en la palma de la mano y el guardaespaldas tira de la correa. Buscan entre las filas de butacas, bajo el escenario. Los actores ya están detrás, en los camerinos, y les comento que si van a pasar atrás antes debo avisar a los actores. Concluyen que no será necesario y se dispersan por la cafetería y el resto de departamentos del teatro. Y llega Jan Fischer, Primer Ministro de la República Checa, acompañado de su mujer, Dana Fischerová, entran en la sala. Milan Hein acoge en su casa a los invitados, muchos de ellos celebridades que no conozco. Sí me saluda Hana Burešová, la directora de teatro que conocí gracias a Pavel tras una lectura dramatizada que dirigió en Nová Scéna del Teatro Nacional. Pavel leía junto a dos actores que me impactaron: Daniela Kolářová y Jiří Lábus. Éste actuará también en Letní Scéna, el festival al aire libre de Divadlo Ungelt.

En la última escena, la platea se congela. Nunca antes el corazón me ha latido al ritmo de cuatro corazones. Nunca antes mis pulmones han respirado con los jadeos de ellas y mi piel prendido con la vorágine de sus movimientos, yo desde la oscuridad de la platea, rodeado de gente anónima, y ellos allí arriba, librando solos la mayor de las batallas: su propio presente. Y se hace el oscuro y el público aplaude. El público. El público se está manifestando y, con su manifestación, se concentran todas las esferas teatrales. Con el público llegará la revelación. Ya estamos todos sobre las tablas. Sobre las tablas que significan el mundo. Origami se ha abierto.

 

 

 


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