Otros malabaristas
El Jacksons Lane es uno de los espacios importantes de circo que me faltaba por ver en Londres. El teatro se encuentra dentro de una reconvertida iglesia gótica con una altura ideal para la práctica circense. No es la primera vez que veo una iglesia transformada en espacio de circo, en Bristol hay un par de ejemplos más.
Adrian Berry es el director artístico de esta sala, un hombre que reconoce que no sabe muy bien por qué programa circo, pero que asegura que las artes circenses es lo que le ayuda a levantarse cada mañana. El Jacksons Lane ha vuelto a albergar este año un espectáculo dentro del prestigioso festival de mimo, una pieza del italiano Simone Riccio especializado en rueda cyr («Nothing moves if I don’t push it»), del que pudimos ver un fragmento muy prometedor en The Albany. Adrian Berry afirma, «los artistas de circo que me gustan son los que cuentan historias de amor y pasión, de guerra y de pérdida, de nacimiento y de vejez. Todo esto, claro está, suspendidos en el aire, invertidos, volando o desafiando la gravedad.» Pues los mismos que nos gustan en esta columna.
La compañía inglesa Circus Geeks actuó en esta sala hace poco presentado su último proyecto «Beta Testing». El grupo está formado por tres malabaristas de altísimo nivel, dos de los cuales los pudimos ver recientemente en el espectáculo «Smashed» de Gandini Juggling que es un homenaje a las coreografías de Pina Bausch. En esta ocasión, los vemos en un espectáculo mucho más gamberro y desenfadado. Como se puede leer en la publicidad de su flyer, «mostrando otra manera de hacer malabares». El espectáculo empieza con una reflexión muy divertida e interesante alrededor de los ejercicios de malabares. ¿Son aburridos? ¿Cómo se puede innovar? ¿Cómo es el especimen malabarista? ¿Cómo piensa? ¿Cómo le afecta el error en un espectáculo? El intérprete va contando todo esto con el soporte de unas proyecciones con algunos datos estadísticos (número de horas de ensayo, porcentaje de errores, etc.), a la vez que se ayuda de algunos ejercicios prácticos. Sin duda, otra manera de hacer malabares, divertida, amena y muy original. Un placer ver espectáculos tan sencillos pero tan eficazmente comunicativos y frescos.
El número 34 de invierno de la gran revista Zirkólika lleva un monográfico dedicado a los malabares, pero a decir verdad, los 10 primeros minutos de este espectáculo me parecieron mucho más interesantes y reveladores que las 8 páginas de dicho monográfico. A veces pasa que cuando uno está tan cerca, cuesta ver lo esencial.