Escritorios y escenarios

Pasando el tiempo

En la niñez y en la juventud tenía muchos pasatiempos. Recuerdo haber tomado clases de inglés, de música, de natación. También recuerdo dedicarme a escribir o a dibujar, recuerdo haber pasado el tiempo tejiendo crochet y hasta haciendo coreografías e incluso obras de teatro. Ahora, de adulta, se me ocurren muchas actividades interesantes para realizar, he imaginado aprender a bordar, tomar cursos de cocina, volver a tomar clases de inglés, de danza o boxeo. Estos días estuve deseando tomar una clase de economía aplicable a los gastos de la vida cotidiana, o varias de “apréndalo a hacer usted mismo”, aprenda a poner una puntilla, aprenda a hacer una extensión eléctrica desde cero, aprenda mecánica mínima para reparar una licuadora. Lo cierto es que no hay tiempo disponible para pasatiempos.

Al menos no en ese sentido. Al menos no de esa manera.

Ahora más que pasatiempos, hay trabajos. Y trabajando se pasa el tiempo. Entonces me parece difícil diferenciar entre trabajo y pasatiempo. Más aún cuando las personas que se dedican al teatro “trabajan” haciendo teatro. Sin embargo, no hemos de olvidar, que no todos los trabajos realizados en el campo del teatro, son necesariamente remunerados.

Entonces hay unos trabajos remunerados que sirven para “llenar la nevera”, para el mantenimiento económico y otros que no son remunerados pero que sirven para el mantenimiento de los intereses creativos o disciplinares. ¿Acaso estos segundos, al no ser remunerados serían pasatiempos?

¿Es decir que la diferencia no es la inversión de tiempo, ni de energía, ni el rigor con que se efectúa la actividad, porque en ambos hay compromiso, dedicación y esfuerzo, sino en el precio y el objetivo de la actividad realizada, uno capital y otro simbólico?

Domingo 23 de junio del 2024.

Bogotá, Colombia.

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