Críticas de espectáculos

Passions humaines/Erwin Mortier/Guy Cassiers

Visión sociológica de Bélgica

Jef Lambeaux (1852-1908), escultor, recibió en el umbral del diecinueve el encargo de cincelar en mármol de Carrara un bajo relieve, Pasiones humanas, de casi cien metros cuadrados de tamaño para albergarlo en un pabellón de gusto neoclásico, levantado por el arquitecto Victor Horta, en el Parque del Cincuentenario. Las vicisitudes de esta obra de arte y del edificio han sido muchas, hasta el punto de sufrir una importante degradación, que ahora se restaura con la esperanza de poder inaugurarse a finales de este junio. Esta información se cuenta al espectador al final de la representación y antes de un largo monólogo del escultor.

No obstante, debajo de este retazo de historia del arte se esconden dos líneas de acción: la dramática, escrita por Erwin Mortier, y la socio-histórica de la plurilingüe y multicultural Bélgica. El bajo relieve representa los placeres y desgracias de la condición humana con cuerpos mayoritariamente desnudos y en posturas contorsionadas, que subrayan la sensualidad. Todas las figuras se enfrentan a una situación límite, la proximidad de la muerte. El bajo releve causó fricciones entre la sociedad bien pensante y la liberal. Esta polémica concita el recuerdo de la fractura de la sociedad belga: ideológica, social, familiar, lingüístico, etcétera.

Este recuerdo lo realza Mortier en la obra dramática con historias fragmentadas de una serie de personajes, extraídos de la realidad, que pronuncian, en ocasiones, unos parlamentos construidos con apoyo documental (cartas, artículos, noticias, etc). Se sigue la historia, pero cobra más importancia la temática que subyace debajo de estos cuadros que sustenta el argumento, protagonizado por el rey Leopoldo I, su amante, Blanche Delacroix y Horta, por una parte; y de otra, por un erudito editor, un anarquista, un escritor y un crítico de arte, y las respectivas esposas de estos dos últimos. Se trata de opiniones encontradas (conflictos dramáticos) acerca del posicionamiento de Bélgica en el Congo, el arte, las costumbres, el sexo, la homosexualidad, los problemas sociales, etc.

Más allá de opiniones concretas y el posicionamiento del dramaturgo, lo más significativo de esta propuesta es la visión de conjunto acerca del pueblo belga, vista con una ironía que aletea durante todo el espectáculo, agudizando así la perspectiva. Se muestra una sociedad fragmentada y clasista, que esconde sus vergüenzas bajo una capa de hipocresía. Es la metáfora de la escultura: la contemplación a «hurtadillas» de la obra de Lambeaux, para escandalizarse o ensalzarlo por su carácter rompedor, pero quedándose en la superficie de la obra artística, la provocación erótica y su discusión, sin ahondar en su significado o su valoración.

Guy Cassiers en la escenificación subraya la propuesta del dramaturgo con tres decisiones: la moderación y buenas formas en los diálogos ante situaciones conflictivas, marcando contención a los actores o subrayando la ironía, para no caer en la discusión pasional. De este modo, cada personaje expone su punto de vista que podía ser el contrario, como por otra parte físicamente se observa en las relaciones homo y hetero de las diferentes parejas, que se forman en escena. Esta formulación relativista en el decir se acompaña de un bilingüismo en la expresión, los actores saltan del francés al flamenco sin solución de continuidad como ocurre en Bruselas, sin aferrarse a la preponderancia de una de las dos lenguas. Y en tercer lugar, ambientes estrechos y cerrados en la escenografía y una doble altura. Arriba el rey, en un palacio que visita su amante o el artista protegido (marca la diferencia de clases); abajo, pequeños habitáculos que se abren o cierran mediante paneles, que subrayan la estrechez (también de conciencia) y que sugiere la hipocresía o doblez de los comportamientos.

La obra es más rica en ideas, que derivan de las situaciones, y marcan de nuevo una característica del repertorio de Cassiers, abordar problemas próximos a la sociedad de su entorno, distanciándose a través de algún suceso histórico y sin una toma de postura evidente. Es claro que un teatro así connotado diga más a los receptores más próximos, que a un extranjero que se aproxima a una situación que, en el fondo, le resulta ajena.

La propuesta presenta algunas características que inscriben este trabajo en la poética de Cassiers: la iluminación interior (desde la caja escénica), jugando con diferentes intensidades (menos potencia cuando busca situaciones de mayor intimidad) y compuesta de claro oscuros; la presencia del vídeo con imágenes que no se imponen pero que refuerzan la sensorialidad del espacio; y la utilización de micrófonos que recogen matizaciones naturales de la voz. De este modo, crea una multiplicidad de atractivas atmósferas sensoriales y visuales. Asimismo consigue que la escenificación llegue a través de la inteligencia y la emotividad, logrando ese doble efecto que es uno de los rasgos que define su modo de entender la puesta en escena.

Cobra importancia en la segunda parte del espectáculo, el espacio sonoro, una cantante que, mientras se desarrollan las escenas, canta una melodía átona que envuelve, codifica e intensifica un espacio emocional, a la vez que prepara el efecto final, la desaparición del artefacto escénico y la aparición de Lambeaux detrás de una gasa, que habla de su obra, mientras Pasiones humanas se ven en el fondo del escenario. Incide en su monólogo en la hipocresía de la sociedad belga.

El trabajo visual, lleno de matices significantes (el apoyo en los signos del espacio y de la luz es continuo) no impide que Cassiers realice una minuciosa dirección de actores, en la que cuida entonaciones y definición del personaje, con unos trazos muy bien marcados a los intérpretes. Propone un tempo-ritmo lento, pero con velocidad en el cambio de escenas, lo que permite que la escenificación no se ralentice. Una propuesta escénica cuidada en todos los aspectos y definida en la intencionalidad de lo que pretende contar.

José Gabriel López Antuñano

Obra: Passions humaines – Autor: Erwin Mortier –  Dirección: Guy Cassiers  – Dramaturgia: Erwin Jans –  Escenografía y vestuario: Tim van Eeghen – Vídeo: Kurt d’Haeseleer – Iluminación: Stefan Alleweireldt – Espacio sonoro: Diederik de Cock y Muriel Legrand –  Intérpretes: Thierry Hellin, Candy Saulnier, Kevin Janssens, Marc van Eeghem, Jorre Vandenbussche, Katelijne Damen, Vincent Hennebick, Claire Bodson, Tom Dewispelaere y Serge Larivière. Toneelhuis, Bruselas, 3 de mayo de 2015


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