Pedro Casablanc protagoniza ‘Yo, Feuerbach’ en el Teatro de La Abadía
El 6 de octubre llega al Teatro de La Abadía de Madrid la obra ‘Yo, Feuerbach’, pieza magistral del alemán Tankred Dorst, uno de los grandes dramaturgos europeos cuya obra apenas se ha representado en el Estado español. Cuenta con la adaptación de Jordi Casanovas, uno de los autores más celebrados del teatro español contemporáneo, y la dirección de Antonio Simón. El reparto, encabezado por Pedro Casablanc como Feuerbach, se completa con Samuel Viyuela González en el papel del joven ayudante de dirección que recibe al maduro actor en decadencia para una audición. El montaje, en cartel hasta el 23 de octubre, fue estrenado en el Teatre Lliure el pasado mes de julio en el marco del Grec Festival 2016 de Barcelona.
Cinismo, humor, fuerza y delicadeza se dan la mano en ‘Yo, Feuerbach’, un intenso espectáculo sobre las crisis sociales y personales que nos obligan a reinventarnos. Pedro Casablanc asume un gran reto metiéndose en la piel de un cómico en el crepúsculo de su carrera; un artista maduro con grandes cualidades, pero con algún episodio oscuro en su pasado que le ha llevado a encontrarse sin trabajo. El abismo generacional se levanta entre él y su joven antagonista sobre las tablas, un nuevo e inexperto ayudante de dirección que acaba de llegar al mundo del espectáculo.
En palabras del director Antonio Simón, «se trata de un texto que habla de las personas que quedan fuera de foco, de la falta de generosidad de nuestra época y de la necesidad de segundas oportunidades. Habla, con una gran lucidez, de crisis personales que se enmarcan dentro de crisis sociales. Sin duda, las crisis nos obligan a tratar de vernos de forma diferente, a conocernos mejor, para poder mostrar una nueva versión de nosotros mismos que tal vez ya estaba allí, pero a la que no le prestábamos atención».
En escena, se descubre a un Feuerbach casi patético en su ansia por seducir al joven ayudante de dirección, que genera ternura y humor entre la audiencia. El conjunto es un ejercicio de poesía emocional que habla de las grandezas y de las miserias de la condición humana. La diferencia de edad entre los dos protagonistas provoca tensión pero también humor. Dos épocas y dos maneras diferentes de hacer se enfrentan así en escena. Desde el patio de butacas el público será testigo de la pesadilla de un actor que envejece. Lograr un papel parece ser la única clave para su supervivencia. La genialidad y la locura están emparentadas en un personaje que es cómico y trágico al mismo tiempo.
El intérprete se rebela contra el paso de los años en una lucha enternecedora. «He sido convocado para eso, para que usted me vea, para que pueda darse cuenta de si lo que sé hacer y lo que soy corresponde a lo que usted espera», afirma Feuerbach. Y ese aprender a verse de nuevo y a reclamar una segunda oportunidad se convierten en el eje central de una obra que habla de la creación, del arte del actor y de la representación, pero sobre todo de la vida, el aprendizaje, el amor, la gratitud, la empatía, la fragilidad y la diferencia. Pasando por este tobogán de emociones, la obra avanza hacia un final de gran tensión que obligará al público a tomar partido.