En cartel

Pedro Casablanc y Maru Valdivielso desembarcan en La Abadía con ‘Decadencia’

Esta adaptación de Benjamín Prado de la obra de Steven Berkoff es una aclamada sátira de las clases pudientes

El Teatro de La Abadía de Madrid acoge desde el 19 de enero hasta el 5 de febrero ‘Decadencia‘, una adaptación de Benjamín Prado de la aclamada sátira de las clases pudientes del escritor y actor Steven Berkoff, bajo la dirección de Pedro Casablanc, que también comparte protagonismo sobre las tablas con Maru Valdivielso. Ambos dan vida a cuatro personajes: una pareja de aristócratas que son amantes (Esteban y Sibila) y una esposa despechada (Elena) que contrata al detective con quien comparte cama (Estanis) para investigar a su marido infiel.

‘Decadencia‘ llega al Teatro de La Abadía de Madrid de la mano de ProduccionesOff y Vania, con la actriz y productora Mónica Regueiro y el productor Carles Roca en la producción ejecutiva, respectivamente, tras una exitosa gira de crítica y público por la geografía española.

Trufada del humor negro que el autor, dramaturgo y actor británico Berkoff otorga a todas sus creaciones, ‘Decadencia’ no muestra misericordia en el retrato de los protagonistas y se convierte en una crítica feroz.

El equipo artístico lo completan Laura Ortega como ayudante de dirección, Nacho Redondo como auxiliar de dirección, escenografía de Sebastià Brosa/Silvia de Marta, vestuario de Antonio Belart, coreografía de Aixa Guerra y diseño de iluminación de Juanjo Llorens, espacio sonoro Irene Maquieira e imagen de Sergio Parra.

Sinopsis

‘Decadencia’ es una obra cáustica, provocadora, que persigue al público, lo acorrala y a menudo le obliga a reír por no llorar. Sus protagonistas son clasistas y racistas, frívolos y desalmados; son hipócritas, banales y egoístas; actúan como depredadores; no tienen principios ni límites, aunque sí miedo a que los miserables a quienes desprecian se junten y los ataquen; su humor es sarcasmo, su ironía es rabia; son grotescos pero peligrosos y, antes que nada, son infelices, están vacíos aunque no les falte de nada, y ni sus lujos ni su lujuria los llenan: a nadie le amarga un dulce, excepto a ellos. No creen en el amor y cuando forman parejas no lo hacen porque se quieran, sino porque se necesitan en el mal sentido de la palabra; no se seducen, se cazan; no se dan, se ponen precio; no se entregan, se venden, transforman sus cuerpos en una mercancía y sólo llegan al placer a través del dolor, el abuso y la humillación. Y a la hora de vengar una infidelidad, no descartan ni desplumar al traidor ni cometer un crimen…

Steven Berkoff es un mago del humor negro y esta obra un espejo y una radiografía: en el primero, se ve lo que nuestras sociedades ocultan de puertas para dentro; en la segunda, las enfermedades morales que padecemos.


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