Penal de Ocaña/Maria Josefa Canellada/Nao d’amores
«Necesito andar sola. No espero nada. No es hora de pensar, sino de hacer», cuenta el personaje principal de la novela «Penal de Ocaña» escrita por María Josefa Canellada. En realidad, el personaje está tomado del diario que la autora escribiera durante la Guerra Civil española para plasmar su actividad existencial.
A modo del caminar machadiano, la autora transita por las calles agujereadas de Madrid, metáfora de un país sangrando. Hace camino al andar ofreciendo su acción en el Hospital de Sangre y continuará «por obediencia» en el Penal de Ocaña donde se hará un hospital de etapas; ambos hospitales serán su mansión. «Mis heridos mejoran todos»; se apiada de los enfermos y de los muertos. «Tiran obuses y son ellos católicos. Lloré mansamente por todos y por mi».
Y es que, más que postularse por los rojos o por los blancos, se plantea una reflexión activa hacia la paz. Ante la lluvia de octavillas que caen sobre el cielo de Madrid escribe: «Si pidieran la paz me uniría a ellos, pero piden odio». Piensa que la guerra no está solo en los obuses y en las trincheras, también está en los pelotones de fusilamiento, y en los hospitales donde el olor de una naranja recién pelada es todo lo que puede hacer feliz a un moribundo. «Para valorar la vida hay que darla. Todo lo que tenga que venir vendrá. Hay que hacer».
El personaje de la novela, María Josefa Canellada, juega con la ficción y la realidad del diario. Y Ana Zamora, autora de la dramaturgia y directora del espectáculo «Penal de Ocaña», juega con el doble personaje y con el afecto y el respeto que le lleva ser nieta de aquella notable mujer.
Quienes no hemos tenido la ocasión de leer el texto original adivinamos, podemos percibir, no solo cierto eclecticismo en la elección de textos y secuencias de la novela, sino una admiración profunda hacia el personaje femenino que, desde una posición social privilegiada, decide pasar a la acción humanitaria viviendo la guerra por la paz.
Desde el punto de vista escénico, Ana Zamora ha elegido para el estreno absoluto la cúpula central de la antigua cárcel de Segovia que está en proceso de rehabilitación a fin de convertirse en Centro de Creación Artística. El espacio elegido, aunque ciertamente sea imponente por su estructura, quizá no aporte elementos significativos que vayan más allá del mero eco que producen unas galerías vacías durante la recitación. En este sentido, se pudo apreciar una poética de la soledad. Es decir, me pareció más importante el espacio escénico recreado que el propio contenedor.
La escena se conforma sobre un círculo en el suelo. Es un espacio íntimo que dibuja el universo personal de la protagonista, definido por una maleta –siempre evocadora de migraciones forzadas– y por un piano que asume el símil de la vivienda física donde habita su otro yo.
La pianista dialoga con el personaje central construyendo una especie de descripción épica a través de la palabra y de la música. Es un diálogo que permite entrar y salir en la narración de la novela, con el diario que escribiera la protagonista y con el juego específico de la representación.
La escena centrada, el diálogo de los personajes, los elementos escénicos y una fantástica iluminación hacen que la representación tenga plena autonomía estética y significativa, con independencia del contenedor. Es decir, quizá se puedan encontrar espacios que potencien el montaje –cárceles tétricas, hospitales decimonónicos, conventos semiolvidados, edificios decrépitos– pero hay que reconocer que la propuesta escénica creada por Ana Zamora posee por sí misma una intensidad dramática y emotiva de enorme valor.
La compañía segoviana Nao d´amores acaba de dar un salto hacia un teatro más cercano en el tiempo que el que nos ha venido ofreciendo en sus últimos y exitosos montajes. El salto afecta tanto a la estética como a la temática. Desde el punto de vista estético, evidencia la contemporaneidad frente a la arqueología. Es una contemporaneidad en blanco y negro, como un «Guernica picasiano», plagada de sombras fantasmales que describen un mundo tenebroso; es una estética poética, simbólica, y especialmente emotiva para Ana Zamora que en este espectáculo transmite pasión.
La temática del espectáculo aborda la controvertida Guerra Civil española pero, como suele suceder con los grandes temas, permite trasladar lo concreto a lo universal. El tema evita la alineación en bandos y subraya la piedad hacia los enfermos y moribundos; el tema permite reflexionar sobre el dolor, la acción y la entrega a los demás.
En fin, con «Penal de Ocaña» la compañía Nao d´amores propone una incursión por el teatro políticamente comprometido que transita por el filo de un risco herido. Eso forma parte de cierta duda morbosa que proyecta emoción.
Manuel Sesma Sanz
Obra: Penal de Ocaña. Autora: María Josefa Canellada. Dramaturgia y dirección: Ana Zamora. Intérpretes: Elena Rayos e Isabel Zamora. Arreglos y dirección musical: Alicia Lázaro. Músicas: Falla, Chopin, Schubert, Ponce, Couperin, Lázaro. Espacio escénico: David Faraco. Vestuario: Deborah Macías. Iluminación: Miguel A. Camacho y Pedro Yagüe. Compañía Nao d´amores. Cárcel de Segovia, 9 al 11 de agosto, estreno absoluto.