Y no es coña

Pensando en ti

Toca mirada interior. Acabamos de reunirnos en Bogotá el pasado domingo 28 de marzo de 2010, una decena de revistas de teatro, y una vez más, ratificamos la existencia de problemas globales y soluciones locales. En el encuentro, el moderador, plantea una pregunta central sobre la incidencia, el valor, la necesidad, el uso, el valor de estas opciones editoriales para el teatro, para sus practicantes, para sus usuarios. Es decir, ¿para quién se editan revistas, periódicos digitales, colecciones de textos dramáticos o libros de investigación y teoría?

Seguimos en la pregunta, en la duda, en el desierto, en acciones que pocas veces tienen una respuesta directa, inmediata, reconfortante por parte de aquellos a los que supuestamente se dirigen. Entre las revistas colombianas asistentes, el denominador común que pudimos detectar es que detrás de estos esfuerzos hay colectivos de salas, festivales, organizaciones o escuelas. Es decir, parten de un soporte, de un impulso, de una complementariedad que a su vez les induce a hablar sobre las cuestiones que más les interesen a esos colectivos.

Esta vinculación les debería reportar, a su vez, un impulso que les diera mayor proyección que por lo escuchado no es el suficiente como para mantener de manera estable su existencia. En estos casos, como el de Paso de Gato de México, como el de esta oferta editorial con este periódico y la revista ARTEZ, el problema reside en las dependencias publicitarias por un lado, la falta de ayudas claras y directas para su mantenimiento por parte de las instituciones y el más grave de todos, la falta de complicidad activa por parte de los profesionales a los que más directamente beneficia la existencia de este tipo de publicaciones y que, por lo tanto, deberían ser los más interesados en protegerla con su suscripción, su lectura, su difusión.

Hay que intentar deslindar los contenidos de estas revistas, su diagramación, su titularidad, con su valor específico. Existen grandes distancias organizativas, desde el más plausible voluntariado, a la profesionalización total, y en ningún caso debe prevalecer para su valoración el sistema de producción, aunque, en buena lógica, los resultados, la periodicidad, las posibilidades sean muy diferentes. Al igual que las intenciones, desde las que se plantean temas de fondo y piden abiertamente colaboraciones y después un equipo de selección elige los artículos que consideran más apropiados, hasta quienes simplemente informan diariamente de lo que sucede, con el añadido de columnistas, críticas y otras secciones.

Se dijo en voz alta: todavía prevalece una mirada romántica, y se apuesta por el papel como soporte. No se llegó a plantear el debate, pero se apuntó un buen territorio para la reflexión, ya que el mundo avanza, la juventud, a la que tanto evocamos, empieza a ser electrónica y su relación con el papel es menguante, por lo que algo deberemos ir acomodando. Y este periódico es un ejemplo que se valoró con los datos estadísticos. El mes de febrero tuvo una media de 5930 visitas diarias; vamos creciendo, por lo que el papel, al que no renunciamos, ni mucho menos, parece más destinado a cumplir una función bastante importante y que en Bogotá se citó: servir de memoria.

Seguiremos hablando, estamos intentando crear un sistema de comunicación, de organización de perfil bajo en sus primeros balbuceos, de intercambio de experiencias, de ayudas mutuas, algo que se base en lo que nos une y que sirva para el crecimiento conjunto, para ahorrarse energías, para dar una imagen común.

Como siempre le sucede al viajero, al salir de la realidad propia, al acercarse a las realidades latinoamericanas se enriquece. La energía que todavía se genera en el territorio teatral es inconmensurablemente más positiva que la que habitualmente nos ahoga por aquí, esta vieja Europa tan empalagosamente inmersa en la gran mentira de su supuesto bienestar y su nefasta apatía. Todavía el teatro tiene sentido, sus gentes pelean, hoy lunes, ciento treinta salas de teatro van a hacer una acción frente al Ministerio de Cultura. No tienen dinero, pero tienen ganas, imaginación, capacidad artística y valor porque parten de una postura ideológica previa, como ciudadanos y artistas, que les da las claves de su comportamiento.

Uno viene a estos lugares a aprender. Y a volver a pensar sobre su oficio, sobre lo que hace y para quién y por qué lo hace. Hay momentos para la flaqueza, el cansancio de la presión burocrática asfixiante a veces provocan ganas de mandarlo todo al carajo. Pero mirándose en estos espejos americanos, uno solamente puede renovar su compromiso desde el privilegio de poder incidir y colaborar. Ahora mismo estoy todavía más convencido: todo lo hago pensando en ti.

 

 


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