Personalmente, lo estoy pensando
Cuánta necesidad de tiempo para los proyectos personales requiere una persona dedicada al arte y la cultura. Como si entre el trabajo en alguna institución y los proyectos personales hubiese un abismo. Muchas veces lo he sentido así. Y aquí estoy dándole vueltas al asunto, intentando comprender qué es, exactamente, aquello que se acusa con tal enunciado. Y esa brecha la he convertido en palabras, y esas palabras han salido de mi boca en muchas ocasiones, insistiendo en que no son lo mismo. Pero también son palabras que escucho a mi alrededor. Siempre afirmando que una cosa es el trabajo que hay que hacer y otra, el de los proyectos personales.
Y aquí estoy intentando comprender qué es lo que se acusa, en dónde está la fisura.
¿Por qué el trabajo realizado en el marco de una institución no es percibido como proyecto personal? ¿Es que acaso desde el momento de “marcar la tarjeta” uno deja a un lado su persona para realizar actividades impersonales?
Aunque uno de los antónimos de lo es lo público no creo que esta idea de los proyectos personales esté apuntando hacia proyectos íntimos, privados, solitarios. Mas bien, intentan proponer unas ideas que, seguramente, no hacen parte de las agendas institucionales, de aquello que, seguramente, todavía no ha sido detectado por las agendas de lo público o que, sencillamente, se sale de sus intereses.
La idea de los proyectos personales parece señalar aquello que debe ser explorado sin prejuicios, sin expectativas y a nombre propio. No a nombre de alguna institución. Quizás lo que se reclama es un escenario para conversar con la voz propia. O a lo mejor se trata de una necesidad de legitimación, de legitimarse a sí mismo. De decir, aquí estoy yo y esto es lo que tengo para ofrecer.
Al menos eso podría pensarse a priori…
Pero entre más lo voy rumiando, más voy pensando que lo de la fisura es un sesgo, y más bien lo que está en juego es otra cosa.
Domingo 25 de agosto del 2024
Bogotá, Colombia.