La compañía del director Italiano Pippo Delbono realizará esta semana una pequeña gira por la cordillera cantábrica presentando en Gijón (1 de junio) y en Bilbao (3 y 4 de junio) su obra ‘Urlo’, una reflexión sobre el poder. Galardonado con el Premio Europa a Nuevas Realidades Teatrales, el italiano Pippo Delbono es uno de los creadores contemporáneos que más frescura aporta al panorama internacional a través de espectáculos con un marcado carácter personal inspirados en la propia vida. Y es que en su compañía, formada junto al actor argentino Pepe Robledo, coinciden actores instruidos en el arte de la interpretación con personas cuya expresividad es un don propio, como su inseparable Bobò, un hombre sordomudo y microcéfalo al que conoció en un manicomio en el que llevaba viviendo durante más de cuatro décadas y en el que descubrió una nueva forma de mirar al mundo. Ahora, en su periplo por los teatros del mundo, Delbono recala este mes de junio, el día 1 en el Teatro Jovellanos de Gijón y los días 3 y 4 en el Teatro Arriaga de Bilbao con ‘Urlo’, un montaje que estrenó en el Festival de Avignon en 2004 y en el que recupera su lenguaje más físico pero con el que comienza a plantear reflexiones nuevas. Si hasta la fecha, la enfermedad física o mental había tenido un marcado peso en sus creaciones, con Urlo planta su mirada en otro tipo de mal, más terrible, monstruoso y difícil de detectar: el poder.
Urlo, cuya traducción es grito o aullido, es el grito del recién nacido, y también la súplica del torturado, la furia del airado, que anuncian la urgencia de un mundo más humano. En la lengua de los poetas, ‘urlo’ es también el aullido del viento, de los lobos y de la jauría de los poderosos, el clamor de la multitud del pueblo insumiso y el gruñir de los perros de guardia del orden establecido.
Como de costumbre, el trabajo de Delbono nace de la vida misma, con los cuerpos y las voces de aquellos con quienes ha decidido compartir el viaje, interrogarse y explicar. El tema de Urlo es el poder en sus más diversas formas; el poder político y el religioso, el de la cultura… pero también los mecanismos intrínsecos en lo sentimental y en nuestras relaciones.
