PLR
En enero de este año me fui de PLR = Patada en La Raja = Patada en el culo = despedido, o manejando un lenguaje distractivo, una especie de eufemismo muy políticamente correcto; fui desvinculado. Hace años que como arquitecto me desempeñaba en el área inmobiliaria y primero fue por la efervescencia social que estalló en mi país el 18 de octubre 2019 y ahora con la pandemia y la cuarentena obligatoria, el negocio inmobiliario parece estar hibernando, por lo que buscar un nuevo trabajo en oficina de arquitectura me es imposible.
Como la vida continua y no pretendo caer en depresión, algo tuve que inventar. En mi época de estudiante de arquitectura, me gustaba mucho hacer modelos con cartón y otros materiales y ahora, para salvar la situación, se me ocurrió montar un pequeño taller de carpintería en mi jardín para hacer muebles con madera reciclada, con pallets que desarmo para re armar como mesas de centro, jardineras, baúles… algo así como maquetear con madera, pero a escala real y no desechable. Como a mis tarjetas de crédito ya les estaban saliendo varices, el vender estos muebles ha salvado parcialmente la situación. No llueve pero gotea y he podido pagar algunas cuentas de servicios básicos. La tarjeta de crédito ya no daba más y esta alternativa me está salvando, solo salvando. El último proyecto inmobiliario en el que participé tenía 3 edificios, más de 200 departamentos, piscina y áreas comunes, mientras ahora, mi mayor proyecto ha sido una cabecera para una cama de 2 plazas. Enorme diferencia pero gracias a esta cesantía, he descubierto la magia del trabajo con las manos al transformar un material tan noble como la madera, en mobiliario. Los años de estudio universitario de algo han servido en lo formal del diseño, las proporciones, los colores, sin embargo, algo que no se aprende, sino que se llega a sentir, es el proceso de transformación, el aroma de la madera en sus diferentes grados de humedad, la variedad de vetas, la textura áspera y rugosa que va siendo alisada a punta de lija, hasta hacerla tan suave como una piel.
En estos tiempos de tanta tecnología, plástico, cristal y acero inoxidable se nos ha olvidado la riqueza infinita de materiales que nos ofrece la naturaleza en sus variadas manifestaciones. Como muchas otras cosas que nos negamos a ver por estar demasiado ocupados produciendo para consumir más de lo que necesitamos, la madera tiene magia, eso, si estamos dispuestos a re encontrarla.
Tengo la suerte de que nunca se me ha caído la corona cuando he tenido que realizar trabajos, teóricamente, no a mi altura o a la altura de mis estudios, por lo que he tenido la oportunidad de disfrutar de esas cosas sencillas, que por la estupidez del que dirán, nos negamos a realizar.
Cuando esta pandemia con su cuarentena obligada pase e idealmente pueda encontrar trabajo en el campo de la arquitectura, espero no dejar de lado este descubrimiento de interactuar con un material tan noble como la madera, volver a acariciarla, sentirla, olerla, transformarla.
No me creo un diseñador y realizador de mobiliario vintage con maderas recicladas, simplemente estoy tratando de ser aprendiz de carpintero.