Preguntas y respuestas
Aplausos. La función ha terminado. Se encienden las luces de sala y el público se levanta. Estamos todos. Muchas caras conocidas. Algunas más próximas que otras. Recogemos bolsa o chaqueta y vamos saliendo, poco a poco.
En el hall del teatro nos espera una copa. Son copas que se me suben a la cabeza con mucha facilidad -normalmente llego sin cenar, corriendo de algún lado-. Hablas con este, saludas a aquel y te pones un poco al día. No cabe duda que los estrenos son citas muy productivas, aunque me saturen un poco. Me gusta espaciarlos, no abusar. Prefiero ir al teatro quince días o tres semanas después del estreno: no hay casi nervios, la pieza está más madura, el público está también más relajado y es más heterogéneo, de verdad.
Al cabo de un rato, la salida de los artistas renueva la expectación. Pelo mojado, ropa cómoda y alguna sonrisa vulnerable. Te acercas, se acercan, dos besos, risas… cruzas dos o tres frases y, normalmente, conversación zanjada. A por otra copa, una silla o sales a la calle a fumar un cigarrillo.
La pregunta acostumbra a llegar si hay confianza con el artista. Normalmente, después de un tanteo previo en forma de prólogo temáticamente disperso. Puede ser un: ‘Bueno, qué tal, ¿qué te ha parecido?’.
Llegado el momento, y sólo si se plantea la cuestión, me gusta contestar. Contestar lo que creo, que estará bien o mal, y siempre con el debido respeto –aunque haya veces que aguantemos o propongamos patochadas dignas de la pena capital-. Se me escuche o no, me agrada completar la recepción de un espectáculo de esta manera.
Lo mismo me ocurre cuando creo o se crea a mí alrededor. También cuando se participa en la producción de un espectáculo. No solamente el artista es el último responsable de la pieza que se exhibe. El centro de exhibición tiene la misma responsabilidad que el artista ante su público y es por eso que tiene que responder avanzándose a la pregunta, estando al lado del creador siguiendo de cerca todo el proceso creativo. No hablo de recortar libertades, ni mucho menos; debemos tener total confianza en nuestros compañeros de viaje. Pero por nuestra parte, de nada sirve una mala respuesta la noche de un estreno ante una colaboración fallida. En dicho caso hay que compartir el fracaso con el artista y, de paso, algunos vinos que ayuden a liquidar el naufragio.
Por otra parte, cuando nos toque a nosotros preguntar, de entre todas las respuestas nos quedaremos simplemente con algunas. Intentaremos que sean respuestas a cuestiones formuladas de manera selectiva. Tendríamos que poder ser críticos y separar las que nos van a ser útiles de las que no. Me gusta creer que entre todos nos podemos echar una mano, que como público también podemos ser útiles, que se puede contar con nosotros, vamos. Podría pasar también entre compañeros de profesión, aunque tanto nos cueste. Llámenme idealista. Estaremos creciendo toda la vida, aprendiendo y pudiendo ir a más; va a ser un trayecto en el que, como en un estreno, vamos a estar todos, viéndonos las caras.