La Fundación Ana María Iriarte, la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC) adscrita al Ministerio de Cultura y el Teatro de la Zarzuela han presentado en rueda de prensa la producción operística La Celestina, de Joaquín Nin-Culmell. Es un estreno mundial,con el que se inicia la nueva temporada en el Teatro de La Zarzuela. Ignacio García, director de escena, trabajó junto al compositor en el montaje, antes de que Nin Culmell falleciera en 2004. Según Ignacio García:
“Esta ha sido una obra maldita que como tantas obras ha tenido muchos infortunios en su camino. Pero el viernes vamos a demostrar que no hay obras malditas porque éstas llegan aunque sea más tarde.”
Ana María Iriarte, la gran cantante e impulsora del proyecto escénico, se muestra, por fin, satisfecha, aunque opina que se debe apoyar la música española:
“Hay muchas obras que están arrinconadas y que deberían ver la luz. Los compositores tienen derecho a que se oigan antes de que mueran. ¿Por qué se tienen que morir para estrenarlas?”
El compositor Joaquín Nin Culmell, hijo de Joaquín Nin, importante músico cubano de fines del siglo XIX y de la soprano Rosa Culmell, hermano de Anais Nin decidió, pasados los noventa años, que deseaba cumplir dos deseos fundamentales: morir como ciudadano español (lo que consiguió con la concesión de la nacionalidad española en el 2001, con carácter excepcional por su gran aportación a la música española) y hacer realidad el montaje de su criatura escénica y musical más querida: La Celestina, que no alcanzó a ver en vida.
