Presente, presente
Nos hemos acostumbrado a no vivir en el presente; de niños no tenemos real conciencia del tiempo y su importancia, luego vivimos proyectándonos al futuro, tratando de asegurarnos el mañana y terminamos viviendo ese mañana anclados en el pasado, en los recuerdos de lo que apenas fue.
¿Y en el presente cuándo?
Aunque nos ceguemos la evidencia, vivir el día a día es lo único real que tenemos.
El pasado ya fue y hagamos lo que hagamos de ninguna manera lo podremos cambiar.
El futuro es la incertidumbre a la vuelta de la esquina, solo una posibilidad.
-Cuando pueda ahorrar algún dinero voy a viajar.
¿Acaso alguien es capaz de controlar los imprevistos, caníbales de nuestros esfuerzos económicos por financiar tranquilidad?
-Mañana lo visito, mañana le hablo.
¿Y si el mañana simplemente se desvanece antes de llegar?
Nuestro mayor esfuerzo debería ser el de estar presentes en el presente.
¿Por qué nos es tan difícil hacer algo que a todas luces es obvio?
Lo que sin duda necesitamos, al menos para reflexionar al respecto, es hacer un paréntesis en el ritmo casi esquizofrénico que la vida contemporánea nos impone.
Como vivimos en una rutina permanente que nos libera del hecho de pensar en cómo debemos dar el siguiente paso para seguir caminando por la vida, hemos perdido gradualmente la capacidad de reflexionar pero por sobre todo la de sentir.
El dejar de pensar y sentir se ha transformado en nuestro uniforme del día a día.
Puede que sea cómodo pero la comodidad no siempre es la mejor alternativa posible.
¿Cómo romper entonces con esta inercia idiotizante?
La respuesta obviamente es individual pero como humilde sugerencia, creo que la vivencia del arte solo puede representar una ventaja. El buen arte es un eficaz estimulo de la emoción y por lo tanto puede romper hasta el más férreo de los esquemas.
La emoción materializada en los extremos de una sonrisa o una lagrima, es capaz de generar ese paréntesis necesario para la emoción y con ella a la consecuente reflexión que nos lleve a la acción.
Por supuesto siempre se puede estar frente a una pieza de arte sin estar realmente en el espacio psicológico que esta nos propone, por lo que la vivencia artística no se dará y sus implicaciones serán nulas.
Para vivir arte solo debemos estar dispuestos a hacerlo. No de la boca hacia afuera sino del espíritu hacia adentro y la mejor forma de hacerlo es estando presente en el presente. Vivir el aquí y el ahora hasta que las imágenes que sin duda llegarán, lleguen. No que nuestro intelecto las instale como una barrera entre nuestro espíritu y la pieza de arte sino que sea el arte quien libremente nos traiga esas imágenes.
Sin duda este será un ejercicio provechoso como para estar presentes en otras instancias de la vida como son nuestras relaciones con esos afectos más cercanos que por cercanos los creemos seguros y por lo tanto descuidamos.
Cuando el profesor del tiempo pase la lista, con fuerza debemos contestar PRESENTE y no postergar o tratar de adelantar vanamente lo imposible.
¿Cómo vas a viajar? ¡Piensa en tu futuro!
Tu futuro es ahora.