Primer aviso
Creíamos que el Ministerio de Cultura y el INAEM estaban dormidos, y lo cierto es que andan trabajando con unos objetivos que no tenemos muy claro cuáles son. Lo primero que se nos ocurre es que están dando pasos para una privatización encubierta, o al menos, para sacarse de su ámbito de gestión algunos instrumentos importantes de rango patrimonial y de rango simbólico y estructural en el sentido de crear memoria. La alarma ha saltado por una noticia filtrada que nos informa de que quieren crear una macro-estructura fundiendo la gestión del Teatro de La Zarzuela con el Teatro Real. Dicho con más atino: el Teatro Real parece absorbe al Teatro de La Zarzuela para convertirla en su segunda sede.
No es necesario ser muy perspicaz para darse cuenta que se trata de una manera muy clara de abandonar a la zarzuela, al género chico, a ese patrimonio identitario español, genuino, propio, para dejarla en una anécdota y reforzar el repertorio internacional operístico que es el que tiene apoyo global. Juro que no he pensado demasiado sobre este asunto. Quiero decir, escribo por impulso, por cabreo, porque he recibido un manifiesto para salvar el Teatro de La Zarzuela, en donde se informa del nacimiento de ese Teatro, de lo que significó y significa, de que fue creado por la iniciativa privada, que es el teatro del mundo con más estrenos absolutos, todo lo histórico que nos coloca de nuevo ante lo incomprensible.
O lo comprensible. La gestión del Teatro Real es con una Fundación donde participan instituciones públicas y privadas. El de La Zarzuela es gestión del INAEM, una Unidad de Producción y eso requiere más atención, más compromiso, más dedicación. Se quitan un foco importante de índole cultural básica y emprenden, o eso parece, sin hacer mucho ruido un camino de privatización. O de gestión mixta. O de una nueva mentira para anteponer la gestión económica a la artística, lo mercantil a lo cultural, en nombre de lo sostenible. Un discurso que no es ni neoliberal, es directamente a-cultural.
Porque a la vez me advierten de que hay movimientos para externalizar parte de la gestión del Museo del Teatro de Almagro. Se habla de una Agencia. Una idea de hace años que nunca se llegó a concretar y en la que también estuvo involucrado el PSOE.
Insisto, estoy despistado. No había pensado demasiado sobre qué hacer con el INAEM. No me gusta en absoluto su actual funcionamiento. Su poca utilidad, su desajuste en el ordenamiento constitucional, pero de ahí a quitárselo de encima, convertirlo en algo que solamente sirva para dispensar favores y adjudicar presupuestos, va un abismo.
Nos toca volver a ser abajo firmantes, a reunirnos para ver qué hacemos ante estos movimientos. Parecía que no existía actividad, que no sabían qué hacer y lo están desmontando. O eso parece. Hay muchas maneras, una de ellas es estas absorciones, la externalización, y otras es dejarlo morir de aburrimiento. Como parece sucede en otras unidades de producción.