Si en los artistas reside una fuerza creadora, que incluso Eliade Mircea llegó a comparar con la facultad creadora de los protagonistas de los mitos cosmogónicos, es interesante volver a reflexionar sobre el papel que desenvuelven. No sólo porque los artistas, a veces, en sus trabajos, son capaces de anticipar lo que va a suceder, sino porque son ejemplos, modelos, testimonios de las posibilidades que tiene cualquier ser humano de construir y transformar realidades o materias.
Entonces, explicando lo investigado sobre el mito, Mircea continúa el apetecido y sustancioso símil: como hay mitos de creación, hay mitos de destrucción. Y los artistas, especialmente en el siglo pasado, han llegado a plantearse la destrucción del arte o de los lenguajes artísticos. En el campo del teatro se puede traer a cuento las extendidas ideas en occidente sobre la muerte del teatro, sobre la muerte del personaje o de la ficción.
Los artistas, como los dioses del comienzo de los tiempos, construyen y destruyen, en el proceso que hay en esa búsqueda infinita de no se sabe qué cosa… hasta que la cosa aparece.
En todo caso, esa idea de la muerte del teatro, del personaje o de la ficción, parece más bien el pretexto para el nacimiento de un nuevo mundo. Porque, ahora que ya estamos en el siglo XXI, sabemos que lo que ha ocurrido es más bien la aparición de otras realidades, conocimientos y preguntas que problematizan la idea hegemónica o tradicional de teatro, personaje y ficción.
En definitiva, al menos en el campo del arte, la declaración del fin no apunta tanto a un apocalipsis definitivo y radical, en el cual la creación deja de ser posible, sino a un retorno al origen, al vacío deforme, que a mí me gusta llamar la página en blanco, para seguir en ese proceso de buscar no se sabe que cosa, hasta que la cosa aparece.
Domingo 2 de marzo del 2025
Bogotá, Colombia.
