Mientras más somos viviendo en grandes urbes, mega ciudades de los tiempos que corren, pareciera ser que tenemos cada vez más problemas entre nosotros imposibles de solucionar. El ser humano primitivo se tuvo que agrupar para obtener ventajas del grupo al aunar esfuerzos para lograr alcanzar un objetivo en común y ahora pareciera ser que la masa crítica está llegando a límites insostenibles. Grandes ciudades con una calidad de vida deficiente debido a grandes inmigraciones del campo a la ciudad provocando grandes aglomeraciones tanto de personas como de pobreza. La homogeneidad bucólica del campo ha ido transformándose en una odiosa segregación urbana de habitantes infelices. ¿De manera individual hacemos algo por encontrar soluciones a estos problemas o esperamos que otros lo hagan por nosotros? ¿Para qué tratar de solucionar los problemas del mundo si tengo los mismos en mi continente? ¿Para qué tratar de solucionar los problemas de mi continente si tengo los mismos en mi país? ¿Para qué tratar de solucionar los problemas de mi país si tengo los mismos en mi casa? ¿Para qué tratar de solucionar los problemas de mi casa si soy yo quien tiene los problemas? Mejor no hacer nada. Cuando no tomo una acción correctiva frente a las dificultades, estoy decidiendo que otros decidan por mí y de esa manera soy tan responsable como ellos si se fracasa en la iniciativa. En el fondo la problemática del hombre ha sido desde siempre la misma, no cambiando en esencia pero si radicalmente en su forma. El cavernícola que salía vestido con pieles, armado con arco y flecha para volver a la cueva con el animal que pudo cazar para alimentar a la familia, ha sido reemplazado por el empleado de cuello y corbata que sale día a día a trabajar en la selva de cemento para obtener el dinero que le permita ir de compras a un supermercado y llevar el alimento al hogar. El macho era el proveedor de la familia y hoy son los dos padres quienes han asumido el rol de cazadores contemporáneos. La forma ha cambiado, el fondo es el mismo; alimentarse para sobrevivir. Muchos grupos sociales ya sean religiosos, filosóficos o de otra índole, pregonan de manera insistente que debemos cambiar nosotros mismos si queremos producir cambios a una escala mayor. Son muy pocos los que llegan a esferas de poder con los medios para cambiar algo más que sus propias vidas pero muchas veces nos diluimos tratando de ir más allá de nuestras posibilidades, con la consiguiente frustración por no obtener el resultado esperado. Tal vez nunca podremos llegar a solucionar una problemática mundial pero si contribuir a ello comenzando por tratar de arreglar individualmente nuestras propias vidas. La forma ha cambiado pero los problemas siguen siendo los mismos. Abriendo nuestras mentes a otras realidades y otros tiempos, quizás encontremos las claves que nos permitan comenzar a efectuar los cambios necesarios y con ello mejorar primero nuestro entorno inmediato y quien sabe, quizás llegar más lejos y contribuir a mejorar la vida de otros a escala global. La cultura como herramienta no solo de conocimiento científico sino que humano es todo lo que necesitamos para llegar a ser más, no en cantidad, sino en calidad. Armémonos de cultura para cazar el futuro con el cual alimentar nuestro espíritu inquieto.
