Críticas de espectáculos

Que me abreve de besos tu boca/Carlos Marquerie

Acotaciones
Obra: Que me abreve de besos tu boca
Intérpretes: Estela Llovet, Paz Rojo, Getsemaní de San Marcos
Espacio escénico, texto y dirección: Carlos Marquerie
Producción Compañía Lucas Cranach
Sala Fundición –Deustua- 04-02-06
El cuerpo colocado en un espacio acotado, se acota, tiene dobleces, no es solamente una ideación sino una estructura viviente en movimiento. Tres cuerpos de mujer colocados en un jardín zen, indagan con sus cuerpos en este territorio relevante que va entre el amor y la muerte, lo único relevante en una vida en donde cunde más lo administrativo, lo funcionarial, lo obvio. Cuerpos desnudos que se moldean con las luces, con los gestos con las palabras, que conjuntamente componen un cuadro poético en donde no existe otro discurso que el propio decurso de las acciones, y en donde la palabra, el sonido, el detalle se activa, se releva en un cadena de fondo que nos lleva del cero al infinito, del amor a la muerte pasando por todas las variantes del cero y del infinito.
Cuerpos silentes, cuerpos eróticos, cuerpos amantes, receptivos, expeditivos, cuerpos que forman una composición estética, que incomodan por su desnuda libertad, por sus posibilidades de significar, por el simple hecho de estar, de ser, de moverse, de pertenecer a un ente escénico que transforma la luz, el tiempo, el sonido, los ruidos, los elementos.
Un trabajo radical, sin concesiones, en donde cada aliento, cada movimiento de cada espectador altera el ecosistema comunicativo, en donde el ritmo9 lo marca un diapasón secreto que está en los cuerpos, en las palabras, en la iluminación. Una invitación a un viaje por inusitados túneles llenos de colores, olores, sonidos, gustos, tactos, que acaban en praderas de luz, cromáticamente abducidas por una paleta de sueños, en donde la dramaturgia se establece desde una absoluta apuesta por lo esencial, en donde cada palabra suena como esculpida, que cada gesto es una palabra corporalizada, en donde las miradas, los pensamientos se pueden tocar. Una intuición escénica que se alimenta de carnalidades, de tosquedades, de voluntades que escapan a la vulgaridad. Amor, mística, mítica, rito, la muerte debe ser el silencio total marcado en este tempo de teatro eterno.
Carlos GIL


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