Sud Aca Opina

Reflexiones matinales

Primera reflexión:

Que buena idea la de que esta mañana el conductor del metro en el que viajo hacia mi trabajo anuncie por los altavoces del vagón, que estamos a miércoles, mitad de semana y que falta menos para llegar al par de días de descanso.

Eso más un buen café cargado al llegar a la oficina me van a dar la energía necesaria para comenzar la jornada laboral y con un poco de suerte, llegar hasta el final del día para ver las noticias por la televisión y finalmente desmayarme a dormir.

Segunda reflexión:

Que mala idea la de que esta mañana el conductor del metro en el que viajo hacia mi trabajo anuncie por altavoces del vagón, que estamos a miércoles, mitad de semana y que falta menos para llegar al par de días de escaso descanso.

Mala idea porque de manera tangencial se está poniendo en evidencia el hecho de que la vida contemporánea hay que sobrevivirla como se pueda y no vivirla a plenitud.

Quizás lo de sobrevivir la vida sea una postura fatalista pero si ampliamos nuestro radio de visión más allá de nuestro metro cuadrado de realidad ¿cuantos seres humanos apenas sobreviven a su condición?

Por el sólo hecho de estar siendo protagonistas de esta experiencia comunicacional cual es el lenguaje escrito, somos afortunados; tuvimos una educación que más allá de entregarnos las herramientas básicas para desenvolvernos en este mundo, esperó haya potenciado también nuestra capacidad de razonar. Tenemos acceso a la tecnología informática, un verdadero lujo inalcanzable para quienes difícilmente logran vencer la desnutrición.

También hemos elegido libremente este medio para comunicarnos, libertad cada vez más restringida y además este es un medio ligado a las artes, palabra mayúscula prácticamente desconocida para los millones de sobrevivientes al día a día de su existencia.

Dados nuestros privilegios, sería imperdonable no tomar las opciones que la vida nos ofrece. Tenemos nuestras necesidades básicas de alimentación, vivienda, educación y otras más, solucionadas. Debemos ahora nutrir el espíritu capaz de llevarnos más allá de nuestra realidad y vivir las precarias condiciones de otros para ayudar en la medida de nuestras posibilidades a que todos tengan acceso a lo que malamente llamamos «privilegios».

No es lo mismo escuchar saber sobre el éxodo de una nación huyendo de la violencia local a través de las noticias o leyendo datos duros que vivir una obra de arte en la cual se exponga tal situación.

El lenguaje del arte por excelencia, no es el mensaje directo, sino el sentimiento provocado por la obra.

Si una imagen vale más que mil palabras, el efecto que un acto creativo tiene ya sea en su creador o en el espectador que podemos ser todos, tiene un peso específico inconmensurable.

El arte ha sido y será por siempre un importante factor de cambio.

La próxima vez que escuchemos algún mensaje por los altavoces del metro, ojalá no sea para darnos un espaldarazo de supervivencia y que la única reflexión posible sea el hecho de que la vida es bella y vale la pena vivirla a plenitud bajo el prisma del arte.

Según datos de la Unesco, el 84% de la población adulta mundial es analfabeta. Es decir, 774 millones de personas no saben leer ni escribir.

1 de cada 9 personas en el mundo sufren algún grado de desnutrición. Unos 805 millones. Fao, 2014.

Según datos del Banco Mundial, el 14,5% de la población mundial sobrevive con menos de 1,25 dólares diarios por persona.


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