Réquiem por el Festival Don Quijote
Como un rayo en cielo despejado, así cayó la noticia el 15 de junio: No habrá
una nueva edición en noviembre de la cita del teatro en español en París, el Festival Don Quijote; así lo anunció el Grupo Zorongo organizadora del festival.
Es verdad que desde hace algunos años las adversidades se han acumulado en torno a esta reunión del teatro de otoño del teatro en español y en portugués. A las dificultades económicas, salvadas casi cada año in extremis, se añadieron los atentados de París que cancelaron la edición en 2015 a unos días del inicio del festival, y después llegó la malhadada epidemia de Covid 19 que no sólo atacó salud y vidas, también clausuró eventos y talento.
Y finalmente se terminaron las ayudas del gobierno español, tal como lo informa el comunicado del gripo Zorongo. Aunque yo sospecho que hay una especie de conjura contra los intercambios teatrales promovidos por el festival: la Unión Europea no ayuda, el gobierno francés tampoco, la alcaldía de París menos, aunque está dirigida por Ana Hidalgo, nacida en España, que nunca se interesó en esta manifestación. Podríamos sugerir que se trata de la conjura de los idiotas contra el Don Quijote.
He acompañado al Don Quijote muchos años: siempre presenta una programación interesante, con alguna sorpresa significativa, ventana anual de la creación en España, y aunque más limitada su programación, también de América Latina, pero siempre actual, audaz, pertinente, creativa. Luis Jiménez ha sido el creador y director de esta aventura que, hay que decirlo, debería continuar.
Lamentablemente hemos visto naufragar importantes festivales dedicados al teatro hispanoamericano. Recordamos con especial emoción el Festival de Teatro de Bayona, el Translatines, que era una verdadera fiesta del teatro, con grupos importantes, lecturas de obras inéditas, mesas redondas, presentación de grupos y finalmente, con noches de fiesta. Jean-Marie Broucaret fue el creador de esta aventura que terminó por falta de apoyo de su alcaldía, después de 25 años de labor de difusión, una lástima.
Y sí, comprobamos que el teatro es un producto frágil, de intensa vida en escena, pero que cuando termina, se apaga, como se apagan las luces del foro, se baja el telón, se termina la función, se destruye un festival.
Pero regresemos a la cita otoñal del teatro en español en París, zona de descubrimientos, con la destacada escena del Café de la Danza, en el barrio de la Bastilla, que durante muchos años fue una de las plataformas de presentación de los grupos. Citar a las compañías que pasaron por ahí sería injusto y estéril, lo que si puedo adelantar es que los amantes del teatro en español, que somos muchos, nos hemos quedado sin esa ventana que nos acercaba anualmente a la escena hispana y latinoamericana. Un puente más de culturas que se cierra.
Recientemente se presentó un libro homenaje 30 Años del Festival don Quijote, escrito por Luis Jiménez; nunca hubiera pensado que era como un Réquiem para este importante festival. Espero que esta caída del telón sea temporal y que el Don Quijote renazca con más fuerza como un majestuoso Fénix escénico.
París 2022