Resfriado
El otoño es una época de mucha actividad: noticias, premios, ferias, encuentros, exhibiciones… y está claro, hay que seguir de cerca todo lo que está pasando, conocer y procesar contextos, aprovechar cada una de las oportunidades que se presentan en la medida de lo que se pueda. Tenemos que persistir persiguiendo el futuro, trabajando, tan enteros como se pueda, insistiendo, siendo conscientes de la responsabilidad y el momento que vivimos.
Con tanto ajetreo, no obstante, uno tiende a no saber muy bien con qué maleta está viajando y qué ropa o complementos se ha llevado o no. Suena banal pero es así. De esta manera, la semana pasada me presenté en Galicia sin paraguas y no se pueden imaginar cómo empecé mi aventura galaica, empapado de arriba abajo y con un catarro tan importante como burlón –qué ridículo se siente uno intentando arreglar el mundo con la nariz roja y moqueando al ritmo de un grifo mal cerrado-.
Del viernes 30 de noviembre al domingo 2 de diciembre de 2012 se celebró en Pontevedra la feria de las industrias culturales gallegas, Culturgal. Un encuentro básicamente regional en el que se dieron cita diferentes gremios relacionados con el ámbito de la creación: libro, artes escénicas, audiovisuales, música, diseño, Internet y nuevas tecnologías.
Acudí como invitado a participar en unas jornadas de reflexión y diálogo entre profesionales del mundo de las Artes Escénicas. Dedicamos el primer día a un intenso debate que empezó por resultarme poco práctico aunque ahora, mientras escribo estas palabras y analizándolo con más perspectiva, me parece todo lo contrario. Las mesas estaban bien aliñadas: un moderador local activo y conocedor de todos los proyectos concurrentes, una confluencia surtida y bastante contrastada. Los temas centrales fueron tres: la internacionalización, la programación y la financiación de los proyectos culturales en la actualidad. Un punto de partida triple que se bifurcó en otros tantos más. Cada cual empezó presentándose y presentando su proyecto. Y a partir de ese punto nos empezamos a cruzar preguntas, dudas y, como no, opiniones al respecto.
El acompañamiento a artistas y a procesos creativos, así como la participación de los responsables artísticos de aquella institución que participa en dichos procedimientos fue un tema que nos tuvo muy ocupados. Hablamos también de la participación de los muchos públicos existentes en el diseño de producción de un espectáculo, de hasta qué y en qué punto un artista debe tener en cuenta a sus espectadores potenciales. Debatimos de manera más apasionada sobre la autoridad y el dictamen de gestores culturales o directores artísticos en diferentes programas de acompañamiento. Asimismo, también se expusieron modelos de organización y decisión horizontal, en los que los espectadores participan activamente en la toma de decisiones. Aunque para momento estelar, los minutos de referencia a un clásico que divide e inflama por igual: arte y mercado, el concepto de industrias culturales.
Se dijeron muchas cosas en aquella mesa, y de manera apasionada. Es lo que me llevo de mi reciente experiencia con el sector gallego. Los compañeros del noroeste están vivos, mantienen el espíritu crítico y tienen ganas de pelea.
Por mi parte, de vuelta a casa y con el resfriado casi controlado, la nariz y la cabeza se me van despejando. Me propongo desarrollarles durante las próximas semanas alguno de los temas que surgieron en la mesa, cuestiones con blancos, negros y muchos grises que me interesan especialmente y me encantaría compartir con ustedes, asuntos como el acompañamiento de artistas y la apertura de los procesos de creación. Tengo ganas de sentarme un rato largo con ellos. Nos hablamos pronto.