Y no es coña

Respuesta tardía y de aliño

El caso Lluís Homar en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, CNTC, se ha intentado resolver desde la entidad que la patrocina, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, INAEM, con una solución a todas luces insuficiente, pactista, moderada y que, probablemente, acabará convirtiéndose en un problema sin resolver y por lo tanto agravado en fechas próximas.

Se esperaba con bastante distancia emocional la respuesta del equipo directivo del INAEM a todo lo que se sabía y se consideraba que el retraso en tomar una resolución no aportaba ningún tipo de luz al asunto. Pero de repente, en plena canícula, con vacaciones generalizadas, Juegos Olímpicos en marcha y la investidura de Salvador Illa en Catalunya y la presencia y desaparición de Carles Puigdemont, nos llegó el comunicado oficial en el que se anunciaba que seguiría Lluís Homar hasta el 31 de diciembre en la dirección de la CNTC, sin muchas más explicaciones, aunque se decía que se trataba de tener tiempo para la convocatoria pública y selección de la nueva dirección y para no dejar a la compañía descabezada.

Este caso se enreda cada día un poco más, porque esto es una patada a seguir, ganar tiempo, un simulacro con repercusiones, porque sin quererlo señala la poca estructura que tiene esa unidad de producción ya que lo lógico es que exista una cadena de mando que vaya tomando las riendas según los acontecimientos y, de la nota se desprende que, sin el director, no funciona, cosa que hay que dudar de manera metódica, porque estos cuatro meses de prórroga de facto del contrato se puede considerar una manera de compensación ya que no se entiende que una vez cuestionado, señalado y en las puertas de ser implicado en algún proceso administrativo o algo más, las decisiones que tome estarán marcadas por una situación bastante insostenible, sin credibilidad ni autoridad dentro ni fuera de la compañía.

Lo cierto es que es un asunto que afecta de manera evidente a toda la estructura, porque este pacto de ruptura de contrato, vino a las pocas semanas de una ampliación de contrato que entendimos, en todos los casos, que se trataba de una acción precipitada desde la dirección actual del INAEM, ya que existen rastros suficientes para encontrar asuntos como los que han saltado ahora en la CNTC, pero que todos miramos al CDN y vemos que los mismos problemas se repiten, aunque probablemente en esta unidad de producción el reproche no pueda ser llevado a lo legal, sino a lo moral o lo ético, pero recordemos que el director del CDN cobra unas cantidades fijas por gestión alrededor de los setenta y cinco mil euros anuales, más lo que cobra por escribir las obras suyas, que él decide que se produzcan y además, a precio superior al de mercado, cobra por la dirección. Sin entrar en otros detalles esto merece un repaso.

Lo de Homar tiene otros problemas añadidos que son muy especiales. En el territorio de lo ético es exactamente igual, cobrar cerca de ochenta mil por gestionar la CNTC más suplementos hasta los ciento veinte mil a base de actuaciones y direcciones. Partiendo de este punto, aquí tenemos un problema grave, alguien de la estructura institucional advierte de que no puede cobrar por intérprete, y se les ocurre hacer trampa, que se llamará como ascienda el asunto a lo legal como prevaricación o parecido ya que pasaba facturas para cobrar por actividades no realizadas. Y eso es muy grave porque implica de manera inequívoca a toda la estructura del INAEM, ya que Homar asegura que hizo eso porque fue la solución encontrada desde la dirección para cobrar lo estipulado.

Si miramos con calma, resulta que Lluís Homar llegó al cargo siendo Ministro el fallecido José Guirao, al que sucedió de manera invisible José Manuel Rodriguez Uribes, la directora del INAEM era, Amalia de Miguel, el subdirector de teatro Fernando Cerón, y tanto el subdirector como la directora general dimitieron, o salieron de su cargo de manera inopinada y les sucedió Javier de Dios López en la subdirección, Joan Francesc Marco en la dirección general y como ministro llegó Miquel Iceta. Javier de Dios López dimitió y le sucedió Ana Fernández Valbuena. En la nueva remodelación gubernamental, llegó un nuevo ministro Ernest Urtasun, que nombró a Paz Santa Cecilia como directora del INAEM, y estamos en esta ventana, la decisión de esta última de prorrogar a Homar y a Sanzol, le ha dejado con esta situación bastante confusa que no ha hecho nada más que empezar su camino de desgaste.

Y se debe recordar que todo viene provocado por unas declaraciones al renovar al Lluís Homar en la que se decía desde el INAEM que se le prohibía actuar dentro y fuera de la compañía, lo que despertó todas las alarmas. Y fue el trabajo excelente de Marta García Miranda, la que indagando y entrevistando fue poniendo al descubierto todas las irregularidades, que suenan a delitos, que durante estos años de dirección del que se autoproclamó aprendiz, ya que no se había relacionado nunca con el Siglo de Oro, que es el motivo fundacional de esta compañía, se han ido perpetrando y acumulando con casos que entran en la picaresca más rudimentaria .

El lío es monumental porque en el camino la subdirectora también ha desaparecido. En el organigrama del INAEM vemos nombres de personas que estuvieron en esa institución en tiempos también bastante oscuros como fue la salida de manera nada elegante por parte de esa institución de Nacho Duato. Es decir, además de su poca funcionalidad en estos tiempos, esta institución viene precedida de todo tipo de sospechas por consentir que se hagan camarillas cerradas, que siempre aparezcan los mismos nombres en los repartos de las programaciones de sus unidades de producción y toda una suerte de deficiencias que abarcan todo lo que se deja de hacer por inoperancia, probablemente estructural y administrativa.

Quizás toda la retórica desde el INAEM actual sobre revisar, renovar, replantear esta institución, puede estar ocultando unos objetivos no muy claros como es el de convertirlo en una Agencia, que parece una amenaza mantenida durante décadas y una clara y evidente tendencia a la privatización en las obras coproducidas en estas unidades de producción. Asunto que merece su tiempo de análisis. Y todo lo que nos dejamos voluntaria e inconscientemente en esta entrega.

Perdonen por un relato escrito a saltos, con lagunas evidentes, pero que espero sirva para llamar la atención sobre algo que va a empeorar si no se alzan voces. Existe un Consejo de Teatro donde decenas de personas que representan a otras tantas asociaciones acuden una o dos veces al año a una reunión para asentir y que se usa de manera rutinaria para la inmovilidad, para la justificación, es la coartada para hacer lo que en cada momento les parece ocurrente a los que están al frente. Y que, desgraciadamente, muchas veces es difícil entender a qué se deben los nombramientos, las acciones, los programas. O su inexistencia.

Por decirlo de manera sencilla: cambiar de personas en las direcciones de las unidades de producción no es nada más que un parcheo. Hay que iniciar un proceso de cambio real. Demolición y reconstrucción. Y por favor, mírense la Constitución y los Estatutos de Autonomía vigentes, porque ahí están algunas de las claves de este estancamiento. No todas, pero sí algunas.


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