No todas las obras de todos los grandes genios del teatro son dignas de reposición. Oscar Wilde fue muy grande pero «Salomé» es un título absolutamente menor, cuando no desfasado y mediocre. Su estructura es repetitiva y monótona y todo lo que en el momento de su estreno resultaba escandaloso hoy no asombra en absoluto. Si, además, el montaje actual opta por un total respeto al texto, el resultado es un desastre.
Además cuando se intenta introducir referencias al tiempo presente (móviles, walkie talkies…) el resultado es grotesco. La escenografía es digna pero sosa. La música es de calidad mediana. Los actores, eso sí, están estupendos, destacando la gran presencia de Elisa Matilla, grande en un papel en principio poco lucido. Y el famoso baile de Salomé… un espanto, con el peor fragmento musical de toda la obra.
En fin, desde mi punto de vista, un montaje mediocre que no se esfuerza ni un ápice en dar entidad y actualidad a un texto totalmente anticuado.
