Entrevistas

Salvador Távora: ‘El teatro será una experiencia vieja, para un nuevo lenguaje en un nuevo paisaje’

Salvador Távora Triano con La Cuadra de Sevilla van a abrir en el Polígono Hytasa de su ciudad, lugar donde empezó a trabajar como aprendiz de soldador, una sala de teatro. Un teatro que va a ser sede permanente de los espectáculos de La Cuadra, pero que también va a programar trabajos de interés e importancia de otras compañías, y que paralelamente, quiere que sea un punto de unión con su barrio, con su gente, y va a propiciar que se presenten trabajos de creadores no profesionales.
Este teatro está rodeado de pequeños talleres mecánicos, de almacenes inmensos de chacinería o de bebidas refrescantes y es que dice Salvador: “¿Por qué un teatro tiene que estar en el centro de las ciudades al lado de una bombonería y no en un polígono industrial al lado de un taller mecánico?”

Es su legado, una ilusión hecha realidad, un objetivo viejo que ahora mismo se va a materializar. Una sala para 300 espectadores, donde, de entrada, va a representarse durante varios meses la ‘Carmen’ que ha paseado por medio mundo. Pero también desea remontar otros de sus espectáculos, y lo va a poder hacer porque en La Cuadra, desde sus inicios, lo guardan todo, desde el primer momento ha ido almacenando los vestuarios, las máquinas y artilugios, los elementos escenográficos de todas sus obras anteriores.
Asistimos a los trabajos de colocación de las gradas, cuando ya se puede ver que se trata de un teatro moderno, para los públicos de hoy, donde no hay ningún oropel, en donde todo está pensado para la práctica teatral. Frente a la sala, en otra nave, se va a instalar la oficina de La Cuadra y un lugar de encuentro. En el mismo polígono tienen otra nave Los Ulen, y a pocos metros se van a abrir unos espacios para la práctica del cine y la televisión. Es como si se estuviera gestando un centro de atracción cultural, “¿no hablan tanto de industria cultural? Pues aquí tienen, la cultura en un ámbito industrial”, suelta Távora mientras enseña orgulloso los jardines, las posibilidades reales de ese espacio que fue una gran fábrica textil y que puede ser una alternativa socio-cultural de primer rango.


Entrevista publicada en la Revista Artez nº 119 (marzo de 2007)

Carlos Gil Zamora / Fotos: Borja Relaño

¿Qué es esta aventura?
Yo creo que es una aventura nueva, que viene con una carga de experiencias anteriores, importantes y, sobre todo, eficaces. Es la aventura, la mayor aventura que se puede imaginar, volver a los principios, por si alguna cosa has hecho mal desde entonces.

Tú llevas mucho tiempo rumiando esto, desde hace muchos años.
Siempre he soñado con tener un lugar donde desarrollar tu imaginario, sin necesidad de pensar que debes de llevar tu imaginación itinerante. Hay mucho de lenguaje físico en mis trabajos y por lo tanto encontrarte con un lugar diferente cada vez que haces una actuación condiciona mucho tu lenguaje, la forma de comunicarte. Entonces, encontrar un lugar donde fijes y establezcas las cosas como deseas, es fundamental. El espacio natural para mí es aquel en el que yo he nacido, en el que yo me he criado, he sufrido, he gozado, donde todo me es familiar, o sea, aquí. Encontrar ese lugar es un hallazgo que me impulsa a una aventura difícil, pero no imposible.

Esto lo dices después de haber recorrido el mundo, de haber hecho miles de representaciones por todos los teatros de los cinco continentes…
He dormido en mil sitios diferentes y en algunos ni siquiera he dormido.

Lo digo porque si alguien no te conoce y te escucha decir lo anterior, se puede pensar que eres un pueblerino, apegado a tu tierra.
No, no, pero eso sí, yo he viajado siempre con mis raíces a cuestas, no he viajado con un tema caprichoso, sino con un tema muy sentido, como es Andalucía y el lenguaje popular del flamenco. Yo sabía que me desenvolvía en el marco del teatro, que no tiene más que una historia, literaria y burguesa y yo tenía claro que no era ni literato ni burgués, tenía otra concepción del teatro, de la vida y de la muerte. Yo siempre he sido consciente de esto. Por eso es aquí donde me siento ahora mismo tan bien. Y, sobre todo, porque siempre he tenido mucho miedo a la vida; mucho valor para andar y tirar p’alante, pero yo diría incluso que le he tenido mucho más miedo a la vida que a la muerte, y mis espectáculos están llenos de esas cosas. Del miedo a la vida y a la muerte, pero no es un capricho, sino producto de unas circunstancias de mi niñez aquí en este lugar donde después de cincuenta años puedo construir un pequeño teatro. Y me estoy reencontrando. No es que esté encontrando mis raíces teatrales sino mis raíces personales.

¿Crees que puede variar el público de La Cuadra al estar aquí? ¿No tenéis un público fiel que va lo mismo al Lope de Vega, que al Maestranza, que ahora aquí?
Sí, el mismo público de La Cuadra, va a ser, pero va a venir un público que nunca fue porque precisamente actuábamos en el Lope de Vega y el Maestranza, sitios totalmente alejados de sus costumbres. Cuando se dice que la gente de los barrios no va al teatro es una cosa muy sencilla para explicarla: no va porque no hay teatros en los barrios. Yo creo que la gente de mi barrio sí va a venir al teatro, y sobre todo, por esa, quizás curiosidad, o llámale vanidad, de que es un teatro que ha estado en Nueva York, Berlín, Amsterdam y es un atractivo más para venir a verlo.

O sea, crees que la proyección internacional de La Cuadra va servir para que vengan a verte a tu barrio.
Eso es. Que digan, oye que están ahí los de La Cuadra y que han estado por todo el mundo, vamos a ir a verlos. Quisiera que esos viajes, esos triunfos lejanos sirvan de propaganda añadida para que vengan y vean que el teatro que hacemos es otra cosa, que no hay un vestíbulo con gente que luce joyas, ni hay que venir con el abrigo nuevo. Es un lugar cuya estética tiene mucho que ver con el lugar donde está ubicado. Este será una experiencia vieja, para un nuevo lenguaje en un nuevo paisaje.

La conformación de la sala está pensada para hacer teatro. Tú teatro. Forma parte del paisaje industrial. A mí me parece que hay que recuperar la cantidad de naves industriales que están desaprovechadas, para la cultura, para el teatro.

¿Dame datos y medidas?
La nave es de 460 metros cuadrados.

¿Palco escénico?
El palco escénico limpio, va a quedar en diez por doce, con siete metros de altura.

¿Capacidad?
Vamos a dejarla con una capacidad de trescientos espectadores.

¿Estructura general?
Tú la estás viendo. Todo limpio, al descubierto, con público en tres puntos, para facilitar la comunicación. Si quieres puedes dejarlo frontal, pero nosotros lo vamos a hacer siempre con esos tres ejes de visión. Están al descubierto todas las dependencias. Cuando el teatro es bueno, no importa enseñar las tripas. Y aquí se van a enseñar, porque no tenemos nada que ocultar.

¿Cuál ha sido su coste?
No llega al millón de euros: comprar la nave, su acondicionamiento y puesta en marcha.

¿Con qué ayudas contáis?
Se ha comprometido el Ayuntamiento a darnos cien mil euros anuales durante cuatro años, y cincuenta mil más del departamento de Innovación, Ciencia y Desarrollo.

¿De quién es la titularidad?
La Cuadra, S.A. es la titular de la sala en todos los conceptos y aporta su patrimonio entero. El trabajo de treinta y cinco años por todos los escenarios del mundo entero. Hemos debido hipotecar todo lo que teníamos pero es nuestra apuesta de futuro.

¿Qué tipo de programación tenéis previsto realizar?
De momento vamos a arrancar con ‘Carmen, ópera andaluza de trompetas y tambores’ y la vamos a mantener durante una larga temporada. Se ha puesto muchas veces en Sevilla, pero es una obra que está sin ver. Mira, yo pienso que debe ser como un punto para establecer un poder de convocatoria, un primer contacto, para que la gente se aprenda el camino, para que la gente sepa dónde está el teatro, qué teatro se hace, cómo es el teatro. Cuando mucha gente se sepa este camino, entonces podremos experimentar otras muchas cosas que se tenemos en la imaginación.

¿Vais a programar a otras compañías?
También, en un porcentaje algo así como una tercera parte. Siempre intentando presentar cosas que hayan tenido una repercusión, o hayan sido remarcadas en ciertos festivales, que tengan una necesidad de una sala como esta y que se alejen de las formas convencionales del teatro al uso.

¿Cómo se está recibiendo esta iniciativa en Sevilla?
Desde que lo dije, la prensa se ha hecho un eco impresionante, todo el mundo, no sé porqué. Mira, yo tenía ganas de tener en Sevilla un teatro de estas características, pero me da la impresión de que Sevilla tenía más ganas que yo. Ayer mismo hice tres entrevistas y no hemos dicho todavía la fecha de estreno. Cuando menos, en Sevilla había gente con tantas ganas de algo parecido a esto como yo.

¿Y las instituciones?
Hasta ahora todas las puertas donde hemos llamado nos han escuchado. Nos han recibido y nos han escuchado. Ayer estuvimos en la Caja y nos han escuchado. Otra cosa es lo que salga, pero nos han escuchado. El ayuntamiento nos ha metido en el plan de ayudas a las salas de nueva creación donde están también La Imperdible, Atalaya, y Andanzas Teatro, además de otros grupos. Cuando le presentemos el proyecto a la Junta, esperamos que nos ayuden. Dentro de la preocupación económica que tenemos, estamos siendo bien recibidos. Abrir un teatro en Sevilla de estas características, creo que se está valorando en su justa medida.

¿Estas esperanzado?
Es que está pasando una cosa muy curiosa, muchos grupos me están peguntando por las condiciones para adquirir aquí un local, gentes como Juan Ruesga del legendario Esperpento se están planteando abrir una sala, con lo que se puede hacer de este polígono un complejo artístico y cultural. Vuelvo a repetir: en un paisaje nuevo, distinto. No tiene que haber una pastelería que venda chocolate al lado de un teatro. Puede haber un taller mecánico.

Sería una magnífica posibilidad…
Claro, yo estoy convencido de que sería viable en todos los conceptos, además es un paisaje que invita a ello. En otras partes de Europa se han creado este tipo de focos culturales alrededor o aprovechando centro industriales o fabriles y aquí tenemos ahora una oportunidad.

¿Qué otras cosas piensas para tu nuevo teatro?
Queremos hacer aquí un punto de encuentro. Que-remos recuperar cosas como es el coloquio. Terminar una función y poder conversar, debatir tranquilamente con los espectadores. Cosas que antes hacíamos y ahora se han ido perdiendo.

¿Y en lo programático?
Pues nos gustaría dar cabida al flamenco solitario. Cantaor y guitarrista solos. Sin esos ballets que son una evolución pequeño burguesa del flamenco. El flamenco es solitario y duro. Yo quiero ponerlo aquí y Sevilla lo va a disfrutar. Y hablo de Sevilla porque es lo que conozco. En el cante flamenco es necesario sentir su dolor, más que escuchar. El guitarrista y el cantaor, ofreciendo su arte sin más aditamento. Yo estoy convencido que los dolores no se quitan de un día para otro.

¿De dónde se saca energía para meterse en estos líos?
Igual que te decía antes, volver a la circunstancias de los comienzos, te viene como complemento, vuelve la energía de la niñez, de tu juventud. Esa es la energía que te mueve, la que tu generas, la propia energía. En estas naves yo iba de un lado a otro cuando tenía catorce o quince años de aprendiz de soldador eléctrico y eso lo recuerdo cada vez que vuelvo a este polígono. Recuerdo la fábrica, aquellos tiempos y al recuperar ese recuerdo, me vuelve la energía. Mira, yo llego ahora aquí cada mañana a las ocho como cuando trabajaba hace muchos años. Vengo con la ilusión de un nuevo día, renovado de energías En Nueva York no me levanto a esas hora. Quizás sea todo muy subjetivo.

¿Cómo ves la situación del teatro en Sevilla?
Sevilla se encuentra en un buen momento. Atalaya y La Imperdible se han consolidado en Sevilla. El Central cumple una función importante para esas élites entendidas del teatro y ahora el flamenco le da al Central un poso importante. Cuando el flamenco antes se hacía en los cines de verano. Yo creo que se vive en general un buen momento.
¿El Lope de Vega y el Teatro de la Maestranza?
El Lope de Vega tiene una programación irregular, pero tiene que haber teatro con esas programaciones, y el Maestranza, por su-puesto, sirve muy bien a la pequeña burguesía sevillana y los nuevos llegados a la ópera.

¿Cómo ves la situación en Andalucía?
Verás, creo que hay una falta de interés general por todos los productos que se programan desde la administración. Las causas yo creo que obedecen a que las localidades donde se han hecho unos teatros importantes, digamos, se encuentran los productos servidos, no atienden suficientemente a su publicidad y a su importancia. Son muchas causas pero es indudable que no se corresponde el esfuerzo con los resultados.

¿La Cuadra está en esos circuitos?
No. Desgraciadamente no podemos ir, no entramos por circunstancias económicas. Ya me gustaría poder ir a todos los puntos. pero esos teatros a los que nos referimos no pueden acogernos por diferentes motivos, entre ellos el económico, pero creo que existe un tipo de producción que encaja perfectamente en esos circuitos.

¿Y el teatro en España?
Si el teatro tuviera unas características propias, si tuviera el mismo sentido de clasificación que están teniendo las culturas de cada lugar, y ese ha sido siempre mi debate, y tú lo sabes muy bien, podríamos referirnos a un teatro de o en España, pero mientras no podamos detectar un teatro de cada lugar específico no podemos hablar de un teatro de España. Hemos luchado por un teatro con unas características que se identifiquen con una tierra, un pueblo, con la idiosincrasia de cada lugar. Si estamos hablando de una cultura no puede hacerse con un modelo uniformado. Y a eso se está tendiendo y eso es fatal porque eso es un fascismo estético.

¿No crees que los movimientos supraestructurales, artísticos y culturales, empiezan a ser globales, como todo?
Eso será su muerte, la definitiva desaparición particularmente del teatro. El teatro tiene que volver a la comunicación piel a piel, si queremos llamarle teatro. Y la piel tiene siempre un lugar de nacimiento. La piel de cada uno tiene un lugar de nacimiento y tiene que estar en su piel y en su expresión. Tiene que ser un reflejo de tu forma de vivir y de pensar, si no, no es creíble. Esta es la teoría de Marx del reflejo. El artista es un reflejo de lo que es. En el arte nadie puede objetar la profesión para hacer cualquier cosa, porque lo que haces siempre es un reflejo de lo tú piensas, eres, sientes y quieres, en cualquier otra arte puede ser. En el teatro no. En el cine, puedes camuflar. En el teatro tiene que ser una verdad de la piel.

¿Por qué las personas que tenéis una idea muy clara de vuestro trabajo y de vuestro arte sois a veces tan excluyentes?
No, no es ser excluyentes, al contrario.

¿Te llevas ya bien con el texto, lo admites sin reparos como una manera más de hacer teatro?
Claro, pero el texto teatral no tiene que ser solamente el texto literario. Tiene que ser un texto dramático, pero no exclusivamente gramático. Cuando es solamente gramático, entonces ya no. No confundamos lo otro. Cuando es gramática no me interesa. Eurípides, Lorca, García Márquez, yo me he metido con los textos, de tú a tú. Pero lo que no puede ser es escribir una obra de teatro como si fuera un cuento literario. Entonces no me interesa.

¿Dónde se escribe el teatro?

El teatro se escribe en el escenario, se inventa en el escenario, se piensa en el escenario, por eso te decía antes que estaba tan incómodo al moverme de un escenario a otro, porque las referencias espaciales se pierden, tienes que hacer en cada ocasión un lugar para que se produzca ese milagro del teatro en las condiciones más parecidas a las que habías imaginado.

Si Salvador Távora falta, ¿existe La Cuadra?
Yo creo que sí. Creo que sí. Está mi hija Concha, está Liliane, está Juan. Estoy convencido de que sí tendrá continuidad.

A Concha le dieron la del pulpo por seguir con tu estética.
¿Por qué no le dan a los que siguen a Lorca o a Tamayo? Se pasaron, lo que nunca se atrevieron a decir de mí, se lo dijeron a ella. Pero ahí está, dando sus clases en la escuela y le he visto espectáculos magníficos. Lo mismo que las películas de mi hija Pilar. Yo creo que sí que hay una continuidad que se verá más adelante. Y mira, si con compañía puede haber alguna duda, con este teatro no. En este teatro se continuará haciendo teatro.

¿Tienes alguna metodología objetivable, transmitible o es pura intuición?
La intuición es el punto de arranque. El resto es mucho más intangible, no se puede hacer un solo texto de esa metodología. Hay maneras de trabajar, unas sensibilidades, un imaginario que utilizo y que va variando en sus formas, porque La Cuadra es la compañía con espectáculos más diferentes entre sí. Ahora que espero reponer ‘Las Bacantes’, ‘Crónica de una muerte anunciada’ o ‘Picasso Andaluz’, se podrá ver, que son espectáculos totalmente distintos. Pero con el mismo pulso dramático.

 

Távora; un ser proteico y esencial
Por Javier Villán

Treinta y seis años después de haber fundado La Cuadra, Salvador Távora acaba de edificar un teatro que viene a ser la prolongación de aquella: una residencia estable, donde albergar los resultados de una creación fecunda; una casa propia, en suma. En los mismos parajes donde surgió y se ha desarrollado La Cuadra, en el Cerro del Aguila; allá por donde da la vuelta el aire andaluz y sevillano; y donde los que viven por sus manos miran la vida de frente. Al Cerro del Aguila llegó Salvador Tavora con dos años y ahí sigue cuando vuelve de recorrer el mundo y sus teatros, aferrado a su historia: cante, baile, procesiones, aventuras. Compromiso con la estirpe de los insumisos y desheredados y radicalidad expresiva, han sido los elementos germinales de su vasto proyecto, incierto entonces y hoy referencia imprescindible en el teatro español. La Cuadra recogía las aspiraciones emancipadoras de un pueblo y la dignidad de una cultura falseada por el poder político.
Fundió Távora la barroca plasticidad de la imaginería andaluza, la poética dramática del flamenco, una idea de la libertad como necesidad vital y una ritualidad llena de contenidos. Los primeros títulos de La Cuadra marcaron definitivamente el espíritu de un teatro tan comprometido como hermoso, tan popular como elaborado: ‘Quejío’, ‘Los palos’, ‘Herramientas’, ‘Andalucía Amarga’ o ‘Nanas de Espina’, por no alargar la enumeración, están enraizados en la tierra como elemento nutricio y en lo popular como raíz poética: conciencia moral, política, y conciencia estética. Las cosas claras: pueblo y tradición como sujetos de una historia de resistencia y en constante evolución. Salvador Távora y La Cuadra devolvieron a sus orígenes algunas manifestaciones del pueblo cuyo disfrute y abuso había patrimonializado la burguesía, terrateniente o industrial, y una nobleza de medio pelo: el flamenco, por ejemplo, y su raíz de desconsuelo y penurias.
La poética de La Cuadra, su fuerte expresividad de signo, imagen y palabra, venía marcada por un discurso de rebeldía creadora. Un teatro sensorial y óptico, inconformista, agitador, ritualizado al máximo y “con la sangre puesta de pie” como dice una copla que ahora no recuerdo. La Cuadra reforzó también una potente expresividad de actor, un intérprete cuya vigorosa gestualidad responde a unos textos vindicativos de un pasado legendario y de un futuro abierto: un andalucismo esencial y universalista, frente a sospechosas mixtificaciones. Távora no sólo era el impulso intelectual de ese proyecto, sino, posiblemente, una de sus máximas expresiones, su visualización escénica; una imagen desgarrada y proteica, el tumultuoso cauce de la rabia y de la idea.
La Cuadra y Salvador Távora han ido evolucionando, sin perder su carácter, a espectáculos más complejos, como ‘Carmen’ o ‘Don Juan en los ruedos’, en los que se funden dos de sus grandes pasiones: toros y teatro. Salvador Távora es uno y muchos, indespiezable y mutante. Quizá algunos ignoren que fue torero que conoció la gloria de La Maestranza y que se retiró, una tarde luctuosa, cuando vio morir en un ruedo a un rejoneador, Salvador Guardiola, con el que iba de ayuda. La muerte real, verdadera; la muerte, como supremo sacrificio de un ritual cruento, lo apartó de los toros. Se perdió un torero, pero se ganó un hombre de teatro. Por encima de todo, Távora es eso: un hombre de la escena cuyo discurso nace del pueblo y vuelve al pueblo: el pueblo andaluz. De ahí le viene su potencia expresiva. Defiende su andalucismo porque, lejos de un folclore epidérmico y ornamental, conoce sus raíces y su proceso histórico. Discurso que es, en definitiva, un propuesta liberadora: ética y estética.

Javier Villán

 

Cabos sueltos

Es muy difícil condensar las impresiones de este encuentro con alguien con el que tanto se ha soñado y realizado a lo largo de más treinta años, pero quizás algunos datos nos ayuden a comprender mejor la propuesta que se está poniendo en marcha. La Cuadra de Sevilla ha realizado en el año 2006 un total de 127 actuaciones de las que 107 corresponde a Imágenes andaluzas para Carmina Burana, todas ellas realizadas en el Reino Unido; 6 de Yerma Mater; 6 de Carmen, ópera andaluza de cornetas y tambores y 8 de El sillón vacío. En el momento de hacer esta entrevista la compañía estaba en Amsterdam representando durante semana y media Carmen…
Desde que empezó La Cuadra en 1972 han creado dieciocho espectáculos, con los que han realizado tres mil ochocientas representaciones y han llegado a más de dos millones de espectadores de treinta y cinco países de todo el mundo, en donde han participado en ciento treinta festivales internacionales.
Un dato histórico: el día 11 de setiembre de 2001 La Cuadra de Sevilla se encontraba en Nueva York a pocos metros del suceso representando Carmen… Cuando Salvador Távora se pone a contar anécdotas de sus viajes demuestra poseer una memoria detallista. Recuerda el nombre de directores, te puede explicar con detenimiento como era el ascensor del hotel de Puerto Rico en los primeros setenta y así hasta la extenuación.
Aprendiz de soldador, torero, cantaor, letrista, dramaturgo, demiurgo, condecorado y premiado de manera profusa, mantiene una tensión vital, unas ilusiones, unas capacidades que lo engrandecen. Abrirá a mediados de marzo su Teatro donde se ofrecerá Carmen.. ‘hasta acabar el verano y para setiembre estrenará en Málaga una versión de la Traviata. A su manera. Hablando de putas y cantaores. Y lo hará desde su verdad.


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