Cada semana «The Stage», el periódico semanal británico de las artes escénicas, nos informa de la actualidad teatral del país. Se trata de una publicación completísima, con reportajes, estrenos, política cultural, reseñas, entrevistas, etc. Desde hace tiempo las primeras páginas de este periódico están dedicadas al impacto de la crisis en los teatros y en la compañías británicas. En Inglaterra, una parte de la Lotería Nacional financia el patrimonio artístico: bibliotecas, archivos, monumentos, teatros, etc. Por cada libra que se gasta en lotería, 28 peniques van directamente a distintas causas sociales y también culturales. Las decisiones concretas que toman los gestores de dicha institución no dependen del gobierno, aunque éste es quien marca las grandes líneas estratégicas. Como en todas partes, los recortes que se están produciendo son el pan de cada día.
Un ejemplo concreto que ha tenido bastante repercusión en «The Stage» es el caso del Wilton’s, el más antiguo teatro Music Hall del mundo, o al menos eso es lo que dicen en su propaganda. Salió la noticia de que el Wilton’s dejaba de percibir la ayuda de los fondos de la Lotería Nacional para este año. La directora artística del teatro, Frances Mayhew, anunciaba que el espacio requería de reformas estructurales urgentes y que sin esta ayuda se veían obligados a cerrar el teatro en octubre. A partir de ese momento, hubo un alúd de voces que reclamaban acciones inmediatas. Hasta salió el alcalde de la ciudad diciendo que este teatro era uno de los iconos más importantes del «Londres oculto» y que había que preservar su continuidad como fuera. En tan sólo cuatro meses de campaña, el teatro ha conseguido reunir los fondos necesarios para asegurar su continuidad. Una buena parte de la ayuda ha venido a partir de donaciones anónimas de ciudadanos. En países de tradición protestante como es el caso de Inglaterra es muy habitual que haya donaciones individuales a instituciones culturales como teatros, museos, etc. De hecho, al comprar una entrada, a uno ya le preguntan (o sugieren) la cantidad de dinero adicional que quiere (o debe) aportar en concepto de donación.
Construido en 1858 a cargo de John Wilton, este emblemático teatro situado al este de la ciudad es uno de los secretos más interesantes de Londres. Entrar en el Wilton’s es un auténtico viaje al pasado. La sala principal, que puede albergar a unas 200 personas, tiene un aspecto como de nave central de una pequeña iglesia y tiene una altura considerable. El espacio se mantiene firme uno no sabe cómo: paredes y columnas reclaman a gritos una remodelación. A parte de la sala de exhibición, el teatro cuenta con otros espacios, donde destaca el bar, un auténtico saloon, que parece que en cualquier momento vayan a salir unas chicas a bailar un can-can. Las demás salas son como pequeños comedores, donde es fácil encontrar reuniones de gente en animadas charlas. La calle del Wilton’s es muy estrecha y no hay mucha perspectiva para ver la fachada que sin duda también requiere de una buena mano de pintura.
La programación habitual del Wilton’s mantiene el espíritu cabaretero del siglo XIX, cuando actuaban artistas de la escena Music Hall como Arthur Lloyd. Pero el edificio no siempre ha sido una sala de espectáculos. Tras haber sobrevivido a dos Guerras Mundiales, los usos de este edificio han ido cambiando: desde almcén para la industria bélica, hasta espacio social y de reunión para la comunidad. Actualmente se pueden ver básicamente espectáculos de artes parateatrales, como magia, circo de pequeño formato, conciertos, etc. En el espectáculo de magia que pude ver había deficiencias importantes de sonido. Aún así, en el entreacto un señor me comentaba que cuando hay conciertos no suele haber amplificación y que la acústica clerical del espacio es extraordinaria.
La directora del teatro ya ha tranquilizado a la audiencia: «la remodelación servirá para equipar técnicamente el teatro y para arreglar las partes estructurales dañadas. No habrá grandes cambios.» Bienvenidos al país de la tradición.
