Otras escenas

San Luis Potosí (II)

Una de las actividades profesionales vinculadas a la Muestra Nacional de Teatro Mexicano (San Luís Potosí, 9-17 de noviembre de 2012) fueron las sesiones de asesoría, en las cuales tuve el honor de participar como invitado. Un grupo de profesionales de las artes escénicas llegados de diferentes partes del globo nos poníamos al servicio de la comunidad teatral mexicana para presentar nuestro contexto y sus diferentes posibilidades de mercado y colaboración actuales.

Fueron entrevistas que generaron muchas expectativas. Me hice ilusiones con muchos trabajos y me enamoré –profesionalmente hablando- de más de uno y una. Al igual alguien se ilusionó conmigo también. A medida que fue pasando la semana, no obstante, unos amores se esfumaron y otros se convirtieron en pasión, y les declaré fidelidad eterna. Por mi parte, espero haber estado a la altura de las circunstancias, haber escuchado pero sobre todo encaminado, y de manera acertada, cada una de las dudas que se me plantearon. Se hizo lo que se pudo.

De todas las compañías programadas muy pocas habían estrenado en España, y las que lo habían hecho era en los mismos espacios: el FIT de Cádiz, el festival Temporada Alta, el festival de Teatro Clásico de Almagro… Con todo, volví con las mismas sensaciones que me invaden siempre que regreso del nuevo continente: la extensa producción americana está poco representada en nuestras grandes programaciones, la que exhibimos no acostumbra a representar su riqueza escénica, pero sobre todo que viajamos poco y compramos mucho por catálogo. Es una lástima que producciones mejicanas como Amarillo, de Teatro Línea de Sombra, o El rumor del incendio, de Lagartijas tiradas al sol –entre otras tantas con gran recorrido internacional- no hayan llegado a las carteleras de  Barcelona.

Las sesiones de asesoría se complementaron con otras sesiones de presentación de proyectos, en la que los grupos seleccionados presentaban tanto planes inmediatos como de futuro. Otra oportunidad de negocio en el marco de la muestra. De hecho las mañanas estuvieron dedicadas en su totalidad a la actividad profesional, a la reflexión y al diálogo entre participantes. Entre las iniciativas destacaron la promoción de diferentes proyectos editoriales así como las mesas sobre teatro y sociedad, gestión u organización institucional. También se dieron cita en asamblea las salas independientes estatales así como diferentes asociaciones relacionadas con la actividad escénica.

En muchos momentos tuve la sensación de estar como en casa, pues muchos de los problemas expuestos eran comunes a los que se pueden identificar en nuestro contexto. La participación de lo público y lo privado en la producción teatral, la necesidad del trabajo en red (agentes, gestores, salas y artistas) o la internacionalización de las Artes Escénicas mexicanas eran temas recurrentes. En este sentido, tuve la sensación que tanto profesión como instituciones se habían puesto las pilas y no vacilaban al invertir en la organización de focos alrededor de la cultura mexicana en otros contextos – el Festival Mirada (Brasil) o El Festival de Teatro Clásico de Almagro, por citar dos ejemplos recientes- o en la oxigenación del material nacional a partir de la colaboración con artistas extranjeros. Conversando con diversos grupos, descubrí que Xavier Bobés de la compañía Playground colaboró recientemente con la compañía yucateca La Rendija; o que Lali Ayguadé estuvo en Junio dando un curso en el Centro de las Artes de San Luis Potosí Centenario, lugar que, por otra parte, acogió toda la actividad que les estoy relatando. Con este proyecto me gustaría cerrar este escrito.

Sin lugar a dudas, uno de los momentos estrella de este viaje fue la visita que pudimos realizar a las instalaciones de este espacio maravilloso, un verdadero oasis para la comunidad artística potosina. El centro ocupa las infraestructuras de una antigua y monumental prisión reconvertida en una moderna ciudad – hervidero de actividad creativa. Artes Escénicas, Música, Artes Visuales, Literatura… cada cual en su recinto, compartiendo acceso, una plaza, un foro presidido por un panóptico, eje de seguridad de la antigua prisión que en la actualidad se erigía como símbolo de la transdisciplinariedad del proyecto, una aventura que partiendo de la formación trabaja para la iniciación, profesionalización, especialización, investigación o difusión artística en el Estado de San Luís Potosí.

Las posibilidades de colaboración con la escena mexicana son muchas. Se trata de una realidad cultural extensísima y más cercana de lo que nos pueda parecer, con la que se pueden construir muchos tipos de puentes, más o menos ambiciosos pero puentes al fin -y no solo me refiero a las posibilidades que puede ofrecer el país centroamericano en tanto que economía emergente-. Que no nos den miedo las distancias físicas, ahora más que nunca tenemos que fijarnos nuevos y estimulantes horizontes creativos.


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