El aprendiz errante

¿Secta o tribu?

Últimamente hablando de entrenamiento, y especialmente de las practicas que proceden desde las experiencias desarrolladas por E. Barba y G. Grotoswki, un colega, director y hombre de teatro a 360 grados (que no nombro, ¡porque no!) me hizo un comentario que me llevó a pensar mucho. “¡Ojo!- me dijo- hay gente que piensa que con lo que entrenáis, a veces parecen sectarios”

Entiendo el comentario y agradezco primero por decírmelo de forma tan directa. Me he tomado un tiempo, primero solo y luego compartiendo con mis colegas y alumnos. Las reflexiones sobre el tema llegaron a este pequeño artículo que quiero compartir con todas aquellas personas que se están acercando o alejando del universo del entrenamiento actoral.

Para el grupo de teatro que dirijo, Laboratorio Internacional Residui Teatro, el entrenamiento ha sido la manera de construir nuestra identidad, lo que nos fortalece y nos hace ser lo que somos en la sala, en escena y también en la vida. No hay separación alguna: gracias a los ejercicios, a las practicas, hemos construido/descubierto un hilo invisible que conecta los tres ámbitos.

Ese pequeño, pero refinado tejido de reglas, prácticas, praxis, ejercicios durante muchos años, ha hecho que quien nos visita, reconoce un territorio teatral y cuando lo que ve resuena también en su quehacer teatral, vuelve a visitarnos, frecuenta nuestras actividades y cada tanto, alguno se queda. Si no reconoce, si no vibra, se aleja quizás porque resultamos cerrados, incomprensibles o quizás ¡sectarios!

Nuestro entrenamiento fue lo único que teníamos cuando emigramos en el 2007 de Roma a Madrid. Nuestro único refugio, sin contacto alguno con la comunidad teatral madrileña, se develaba en las 3 horas de la mañana que daban sentido a esa gran travesía que fue emigrar en grupo.

Pero como todas las tradiciones por pequeñas que sean, para los “no iniciados” son incomprensibles y sobre todo resultan “cerradas”. En ese punto donde el riesgo “secta” se presenta y se “representa” a los ojos del visitante.

Pienso en tradiciones orientales de teatro danza donde hoy en día, algunos maestros siguen prohibiendo que otras personas visitan sus entrenamiento y más duro todavía, algunos siguen prohibiendo a sus alumnos visitar otras escuelas.

No lo hacemos, no lo justifico, pero si lo entiendo. Para algunos fue y es la única manera de proteger lo que pasa “dentro” para que no se contamine con lo que pasa “fuera”.

Por eso tenemos tradiciones teatrales familiares en India, en Bali o en Japón que son herederos de saberes milenarios, conservados y protegidos como las mejores de las primicias que pretenden esfuerzo y duros caminos para saborearlas.

También considero que, abrirse a que todo vale, a que todas las colaboraciones sean bienvenidas, a que todo comentario debe tener su “libertad” de ser expresado en cualquier espacio o tiempos de encuentro termina por desnaturalizar esas “acciones” y hacerles perder sentido. Así que les digo “ojo, ¡esas palabras pueden desvalorar todo el trabajo que hay detrás!”

Por otro lado, creo en la importancia del encuentro, de ser capaces de tener praxis, pero al mismo tiempo, reconocer la importancia de la dinamicidad y flexibilidad como parte necesaria y fundamental de nuestro quehacer. La importancia del otro que, con su mirada o su comentario, pone en discusión, en riesgo y que me obliga a parar, a reflexionar y a descubrir algo más, como ha sido el caso de esta reflexión que aquí comparto.

Yo prefiero hablar de tribu, que construye sus lenguajes y los defienden con los dientes protegiendo su manera de actuar: su “quehacer” teatral. Tribus en búsqueda de abrir sus saberes construyendo puentes y encuentro con otras tribus, respetando sus caminos y sus trayectorias.

Tribus enfocadas en abrir la puerta a todos aquellos capaces de hacer el esfuerzo de entender esos extraños códigos llamados ejercicios y hacer de la voluntad, el medio para enfrentar el camino del conocimiento. Porque si no conoces lo que hacemos, es muy fácil decir que somos unas “raras sectas” . ¡Te esperamos en nuestra danza o la danza de las muchas tribus teatrales presentes en el planeta!


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