El giro hermenéutico

Semana santa y rito nacional

Leo en esto días la noticia ¿sorprendente? de que la corporación del ayuntamiento de Elche (PP) ha fijado unos protocolos (mientras se elabora el reglamento en materia) sobre la participación en las procesiones de Semana Santa de 2012. A saber: en las procesiones del Domingo de Ramos y Domingo de Resurrección, los concejales tendrán que ir con traje y corbata, en el caso de los hombres, y con traje o vestido y chaqueta, en el caso de las mujeres. La norma de la vestimenta para las procesiones de la Virgen de los Dolores (Miércoles Santo) y del Santo Entierro (Viernes Santo) es que los hombres deben llevar traje oscuro, camisa blanca, corbata negra y guantes blancos, mientras que las ediles tienen la obligación de ir vestidas con mantilla o traje negro de falda y chaqueta con guantes blancos. Además, habrán de portar una palma el domingo de ramos y una vela en las procesiones del Miércoles, Viernes santos y Domingo de Resurrección.

Que el rito religioso está en el origen mismo del hecho teatral es de perogrullo. Que la fascinación por la semana santa está en la idiosincrasia de este país, también. Si pensamos en el control ideológico que la iglesia católica europea mantenía durante la Edad Media mediante los Milagros y Misterios, entendemos cómo los fieles asistían a la eucaristía creyendo y pensando que sucedía algo verdadero. La iglesia manipulaba el acto ritual haciendo creer que la transformación del pan y vino en la sangre y cuerpo de Jesucristo era real no una representación. Así duró lo que duró la Edad Media (entre otros aspectos), siendo el período con menos teatro de todos los tiempos. A menor ficción, mayor capacidad de control; a mayor fascinación, mejor sostenibilidad de la creencia. Tras siglos de lucha entre poder religioso y político, tras el humanismo renacentista, tras la iluminación racionalista, vendría Karl Marx a decir que la religión es el opio del pueblo. Frase que en su contexto, continúa: «se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real». Bertold Brecht desarrolla su teoría del distanciamiento (Verfremdungseffekt), tomada de la idea de la desautomatización de la percepción proveniente del formalismo ruso (Shklovski), señalando la necesidad de distinguir entre la realidad y la representación. Consciencia crítica democrática para todos: autores, actores y público.

No espero nada de la altura moral y propósitos renovados políticamente en el marco de un estado laico; me conformo malamente reconociendo la semana santa de muchas ciudades del país como parte del patrimonio cultural y turístico. Sin embargo, no me representa en absoluto. No me identifico con la historia contada (cruel y en extremo, masoquista) y para mal de acumulaciones, no pienso que despierte consciencias ni estimule imaginaciones, más allá de un inmenso performance del dolor, el estigma y el castigo. Tampoco pienso que una procesión laica programada en tiempo y hora con una católica, sea alternativa sugerente, pero leyendo los motivos y reivindicaciones de estas movilizaciones ateas, coincidido mucho más con la libertad del pensamiento que las promueven. No al fanatismo, sí a la convivencia.

Me encanta que la lluvia haya caído esta semana por todo el país. Y como dice Pedro Guerra en una canción: «la lluvia nunca vuelve hacia arriba».


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