Críticas de espectáculos

Séneca/Antonio Gala/Emilio Hernández

Esplendores y miserias del poder

seneca cdn_foto-marcosgpuntoTreinta años después de su estreno en Bilbao Séneca de Antonio Gala sube al escenario del Teatro Valle Inclán de Madrid de la mano del maestro Emilio Hernández que proporciona a la obra una gran energía, tendiendo puentes entre la época del declive del Imperio Romano y nuestro presente.

Dentro de la trayectoria de Lucio Anneo Séneca (nacido en Córdoba en el año 4 a.C. y muerto en Roma en el 65 d.C.) filosofo, moralista, político, escritor, autor de teatro, tutor y consejero de Nerón, Antonio Gala enfoca sus últimos momentos de vida antes de su suicidio, cuando en su conversación con Petronio, reflexiona sobre su pasado y analiza sus acciones y sus errores.

En su versión, Emilio Hernández remodela la obra incorporando al texto original fragmentos de textos de Séneca y del propio Antonio Gala, al mismo tiempo que esclarecen la personalidad, la actividad política y las contradicciones de la conducta del filósofo y político romano, destacan las semejanzas entre la decadencia moral y política de aquella época y la nuestra.

En su puesta en escena Emilio Hernández presenta la obra en un lenguaje escénico extremadamente conciso, moderno, en el que la música y el canto constituyen elementos fundamentales.

Una obra maestra que al contrario de las visiones habituales, estereotípicas, tanto de Séneca como de Nerón, muestra a ambos protagonistas no como figuras emblemáticas del poder, políticos perversos, sin escrúpulos, sino como seres humanos complejos, contradictorios, que evolucionan en las aguas turbias de la corrupción general, de las luchas mortíferas por el poder.

¿Qué hay detrás de los retratos simplistas y reduccionistas de figuras de tiranos sangrientos como Nerón y de políticos ambiciosos y manipuladores como Séneca? ¿Cómo sus ambiciones, las influencias de sus entornos, las circunstancias políticas y el ambiente de la permisiva sociedad romana en descomposición, consumida por la corrupción endémica y las luchas intestinas, les convirtieron a uno en emperador monstruoso y loco, y al otro en el político cínico y corrupto que elige el mal menor para conservar su poder?

Articulando su versión de Séneca sobre estas preguntas, Emilio Hernández amplía y complejiza la lectura de la obra. Añade en su versión el personaje de la madre de Séneca, Helvia que ausente en la obra original aparece en los recuerdos de Séneca, creando así el paralelismo entre las distintas relaciones existentes entre Nerón y Agripina y Séneca con su madre.

Otros textos de Séneca que tratan de la migración de los pueblos que cruzan el Mediterráneo huyendo de las guerras, establecen resonancias con la actualidad.

También utiliza algunos poemas de Antonio Gala que proporcionan una visión más amplia de Nerón en lo relativo a su afinidad con las artes. De la misma forma, incorporando algunos fragmentos de El Satiricón, refuerza el personaje de Petronio.

La obra de Gala trata la figura de Nerón joven y de la primera parte de su gobierno en la que Séneca, su tutor y consejero, tuvo una influencia considerable sobre él.

En la versión de Hernández, sin ningún psicologismo, aparecen varias facetas de los protagonistas principales y el complejo contexto de la sociedad romana con sus excesos de poder, traiciones, conjuras, crímenes, incestos e injusticias, donde todo sirve para alcanzar el objetivo.

De esta forma descubrimos al joven Nerón, el amante del arte, el idealista que odia la guerra y quien declara » El arte y la belleza son nuestra mayor riqueza y estamos convirtiéndonos en ejemplo de corrupción e incultura. La belleza y el arte deben ser un bien común y más aun de los que menos tienen.»

A medida que la obra avanza el idealista se transforma en el hombre sin escrúpulos, tiránico, perverso que no recula ante ningún crimen. Tras matar a su madre dice «Estas tan hermosa muerta.»

Séneca repasa su vida antes de suicidarse, con lucidez, autocritico consigo mismo. A través de sus recuerdos se dibujan las contradicciones y dudas de Séneca, político maquiavélico, moralista y corrupto que otorgó su consentimiento a la injusticia, la tiranía y los crímenes de Estado

Dos planos temporales se alternan en la obra: el de la conversación de Séneca y Petronio en la que evocan los hechos del pasado y otro en el que estos mismos hechos se representan. Como si fuera un viaje hacia atrás en el que Séneca, frente a Petronio, rememora los momentos claves de su vida, buscando respuestas a su conducta.

Emilio Hernández sitúa la obra en un espacio que evoca a la vez un lugar público de la sociedad romana y de la contemporánea, donde las luchas deportivas, el culto al cuerpo, la belleza, tienen mucha importancia.

En el escenario unas gradas y una pista evocan las termas.

Los vestuarios atemporales, faldas, largos vestidos, tanto para los hombres como para las mujeres, evocan la ropa ritual y de poder pero también aluden a los travestidos y a la moral disoluta.

La trama musical con músicas, arias y canciones de diferentes épocas y culturas, interpretadas por los actores, integrada en la dramaturgia escénica, hace resaltar la atemporalidad de la obra y al mismo tiempo el multiculturalismo de la sociedad romana.

El espectáculo comienza con un aria de La coronación de Popea, ópera de Monteverdi ambientada en la época de Séneca, cantada por Nerón.

Un fragmento de El Satiricón cantado por Petronio y algunos poemas de Antonio Gala, sobre el amor y la belleza, cantados por Helvia, Petronio y Nerón, recuerdan al culto a la poesía y la música en la antigua Roma.

Helvia, interpretada magistralmente por la gran Carmen Linares, aporta con la canción popular de Bética, el perfume de los orígenes hispánicos del filósofo cordobés.

La música flamenca, con arreglos electrónicos, subraya la intemporalidad de la historia, así como también el tema musical Up in flames, recuerda al movimiento de los años 60, aludiendo a las ideas pacifistas de Nerón.

En algunas escenas los movimientos de los actores que suben y bajan por las gradas, se ejecutan como un ballet.

Emilio Hernández no subraya nada, recurre a la evocación, la alusión, y a las imágenes sugestivas, a veces irónicas. Como por ejemplo la de Nerón y Agripina bailando como una pareja. El ritmo es impecable y las tensiones dramáticas perfectamente sostenidas.

Todos los actores articulan las réplicas, lo que ocurre raramente en los escenarios, interpretan matizando con virtuosismo las emociones, pasiones y comportamientos de sus personajes.

Antonio Valero como Séneca está impresionante en su actuación al expresar la personalidad, muy compleja, del filósofo. Esther Ortega, excelentísima como Agripina, despliega con brío una gama de tonos desde las artimañas de la seducción hasta la amenaza, la violencia y la cólera.

Diego Garrido dibuja con agudeza el carácter versátil y extremo de Nerón.

Carmen Linares como broche de oro del reparto, está sublime, intensa y contenida tanto en su canto como en su actuación como Helvia.

Irène Sadowska

Séneca de Antonio Gala; versión, dirección y escenografía Emilio Hernández ;iluminación José Manuel Guerra; vestuario Felype de Lima; música original Marco Rasa; coreografía Amaya Galeote, Con Diego Garrido –Nerón, Carmen Linares – Helvia, Esther Ortega – Agripina, Eva Rufo – Popea, Jose Luis Sendarrubias – Oton, Aka Thiémélé – Esclavo, Antonio Velaro – Séneca, Ignasi Vidal – Petronio, Carolina Yuste – Acté.

Coproducción Centro Dramático Nacional y Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.

En el Teatro Valle Inclán, CDN de Madrid

Del 24 de marzo al 14 de mayo 2017.


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