Críticas de espectáculos

“Ser o no ser (To be or not to be)”/Teatro Meridional

Fiel a su espíritu

 

Obra: Ser o no ser (To be or not to be) Guión cinematográfico de Ernest Lubitsch y Edwin J. Mayer. Versión: Julio Salvatierra. Compañía: Teatro Meridional. Intérpretes: Mauro Muñiz de Urquiza, José Luis Gil, Santiago Nogués, Alfonso Torregrosa, Carlos Chamorro, Amparo Larrañaga, Diego Martín, Alfonso Montón y Mauro Muñiz. Escenografía y Vestuario: Elisa Sanz. Iluminación: José Manuel Guerra. Audiovisuales: Isaías Muñoz. Dirección: Álvaro Lavín. Teatro Principal de Zaragoza Hasta el 17 de octubre de 2010.

Es justo partir del reconocimiento de que intentar adaptar al teatro uno de los títulos míticos de la historia del cine, el “To be or not to be” de Ernst Lubitsch, es un experimento no exento de cierto riesgo. Si a eso le sumamos la presencia en cartel de algunos nombres con un evidente tirón televisivo, uno puede construirse la idea, de que tal experimento no sea más que otra búsqueda de un objetivo descaradamente comercial.

¿Pero por qué entonces un título que es más de cinéfilos que de gran público? Desconozco los motivos por los que Teatro Meridional se planteó llevar a la escena este “Ser o no ser”, pero lo cierto es que el resultado es bastante más que digno. Desde el punto de vista dramatúrgico, la versión que firma Julio Salvatierra, desarrolla y profundiza un argumento ya de por sí magnífico, dándole un sentido metateatral y propone un interesante juego de teatro dentro del teatro. Por lo demás, se limita a dar cuerpo teatral a una estructura (la de la película) magistral y a trasladar unos diálogos brillantes e inteligentes, manteniendo el tono de alta comedía y corrosiva sátira antinazi de la obra maestra del director alemán.

La puesta en escena salva, casi siempre con acierto, el principal problema de trasladar una historia originariamente contada con lenguaje cinematográfico al lenguaje teatral: la multiplicidad de escenarios y el paso de unos a otros. Y lo hace con buen ritmo y con un evidente sentido dramático, a pesar de que hay alguna transición que resulta forzada y que se abusa en exceso del uso de la voz en off. Esta reiteración resta teatralidad a la propuesta a favor de lo narrativo.

Por el contrario, es de gran interés la combinación entre conversaciones en secuencias rodadas y escenario teatral, actores que entran o salen de la pantalla y la utilización del espacio. La escenografía, que divide el escenario en dos espacios autónomos e independientes, se apoya en la luz y las proyecciones para servir con precisión a esa rápido mutar de un espacio de ficción a otro. Hay un buen trabajo interpretativo de conjunto (notables José Luis Gil, Alfonso Torregrosa o Mauro Muñiz; poco convincente en ocasiones Amparo Larrañaga) que conecta con el público y le transmite la sagaz comicidad de una historia excelente y con mucho fondo, que está muy bien contada.

Joaquín MelguizoPublicado en Heraldo de Aragón 6-10-10


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