Otras escenas

Sin desesperar

Insistimos en internacionalizar. O nos escondemos tras la bandera de la internacionalización. Hoy en día todos nos hemos puesto las pilas y, quién más quién menos, ha puesto una pica en Flandes. Pero ¿hasta dónde queremos llegar? ‘Internacionalizarnos’ sí, pero ¿dónde? y ¿con qué objetivos? Si esperamos la venta directa de nuestros productos, vamos mal encaminados. Las múltiples instituciones estatales dedicadas a la promoción internacional de nuestras culturas se están quedando sin presupuesto, y el mercado más cercano y lógico, el europeo, tiene cada día menos poder adquisitivo y se está cerrando. Equipamientos, festivales y todo tipo de programaciones están optando por apoyar a los artistas locales, dejando a los invitados internacionales un espacio menor. No nos engañemos, la crisis europea no solo se está ensañando con el sur de Europa.

Un compañero británico me comentaba recientemente que tendríamos que empezar a replantearnos las colaboraciones transnacionales. Ya no se trata de programar espectáculos extranjeros, coproducidos o no, para enriquecer culturalmente un proyecto, sino de ir un paso más allá –o varios- y plantear estrategias de colaboración a largo plazo, que pasen por proyectos muy concretos y claros, y de arquitectura presupuestaria compartida.

Preocupémonos también por sentar las bases de un mercado futuro estatal y por la creación y de los públicos del mañana –existe un mantra que muchos repiten, y que seguro habrán escuchado, que dice: ¿alguien se ha dado cuenta que la gente no va al teatro?- El barbecho al que nos estamos dejando someter se va a terminar convirtiendo nuestro ámbito de trabajo cercano en un desierto, y una vez el terreno esté yermo no habrá marcha atrás. El mercado exterior es imprescindible en muchos sentidos, pero mucho me parece que el próximo lustro veremos descender considerablemente la actividad exterior de nuestros grupos –ojalá me equivoque-. Están enfermando festivales y citas que hasta ahora habían sido imprescindibles, y otras tantas están por caer –en Francia, sin ir más lejos, los recortes en la cultura están empezando a notarse seriamente este 2013-. Y por lo que hace referencia a los mercados emergentes, continuamos estando demasiado lejos de unos y otros. Sí que pueden esconder muchas posibilidades de negocio, aunque muchas veces pasen por abandonar el propio y empezar de nuevo lejos de casa. Por lo tanto, con semejantes posibilidades de vender nuestra producción tanto aquí como en el exterior ya me explicarán cómo se plantea el futuro de nuestro sector.

Al igual pasa por tenerlos en cuenta a todos, por invertir en todos, del local al internacional. Hace años que hablamos del mercado global, pero ¿hasta qué punto trabajamos invirtiendo en este equilibrio imprescindible? Lewis Carroll decía que ‘Puedes llegar a cualquier parte, siempre que andes lo suficiente’. Continuemos pues. Una pierna tras la otra, y sin desesperar.


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