Escritorios y escenarios

Sobre lo que hacemos con el lenguaje

Podría decirse que una de las maneras de usar el lenguaje, que nos deja la posmodernidad del siglo XXI, es el de implementar metáforas deshumanizantes a la hora de expresarnos en una conversación. Y este acontecimiento se ha venido diseminando de una manera virulenta, hasta el punto de su “naturalización”. Realmente desconozco cuántos de nosotros repararemos en este asunto con extrañamiento, incluso cuando, como en mi caso, he de reconocer que, yo también he repartido a diestra y siniestra ese tipo de metáfora.

Así que decidí tomarme un momento para meditar sobre el asunto intentado comprender por qué, últimamente, me genera desgarbo pues me parece falto de poesía y hasta cómodo. Y me pregunto si acaso esto tendrá que ver con la ya señalada pobreza y literalidad de las letras de las canciones de los nuevos ídolos musicales, cuando se comparan con las letras compuestas por los músicos de otros decenios, por ejemplo cualquier grupo representativo del rock de los años sesenta y setenta, cuyas composiciones a veces resultan “encriptadas” debido a la implementación de metáforas y alegorías, aunque no por eso sean menos bellas y conmovedoras.

Una frase como esta: “tienes que cambiar el chip para que podamos conectarnos mejor”, propone una metáfora en la que se deshumaniza a una persona, cambiamos la idea de una mente o de un cerebro para reemplazarlo por una pequeña pieza electrónica, y valoramos del mismo modo las palabras “chip” y “mentalidad” como si fueran cosas semejantes, aun cuando la diferencia es la que hay entre la vida y la muerte. Y ni qué decir de la palabra “conexión” o de la idea de “conectarnos”… Ya no sé si al usarla se alude al vínculo emocional o existencial que un ser vivo puede tener con otro, o a la idea de navegar por internet. En fin, creo que los casos abundan y si uno se pone al acecho mientras conversa con otros, seguramente encontrará este tipo de metáforas y por montones.

Y bueno, como una se ha declarado en miles de ocasiones humanista, pues no es de sorprender que esta tendencia hacia la idea de un ser humano que cada vez es menos humano y más ciborg, más máquina, genere repelús porque, después de todo, las máquinas no se conmueven, ni sienten la compasión o la empatía que suele provocar el arte. Y en un mundo sin humanos, en un mundo gobernado por robots, el teatro y el arte ¿qué pitos tocan?

Viernes 13 de mayo 2022


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