Soldados de Salamina/Joan Ollé
SOLDADOS DE SALAMINA.
Centro Cultural de La Villa.
Autor: Javier Cercas.
Adaptación teatral: Julie Sermon y Joan Ollé.
Dramaturgia y dirección: Joan Ollé.
Intérpretes: Carlos Álvarez-Nóvoa, Lluis Marco, Gonzalo Cunill, Isabelle Bres, Karla Junyent y Xavier Ruano, entre otros.
LOS HÉROES DE LAS GUERRAS PERDIDAS DE ANTEMANO.
¿Por qué Miralles no mató a Sánchez Mazas. Por qué no lo delató cuando tuvo la oportunidad. Qué vio en los ojos de ese hombre aterrorizado y quizá frágil… Por qué Miralles, finalmente, niega ser el miliciano que salva la vida de un hombre responsable directo de lo que ocurriría después…?
Estas preguntas no tienen respuesta ni en el libro de Javier Cercas, ni en la versión cinematográfica de David Trueba, ni en la de Joan Ollé.
Quizá porque las palabras adquieren una entidad superior a su significado, una relevancia que va más allá de una respuesta puntual e hipotética, una realidad global que trasciende a un tiempo, a un conflicto, a una persona… una humanidad que llega hasta el espectador haciéndole partícipe de una sencilla y anónima heroicidad.
Los héroes son los que no matan. Los héroes están todos muertos, dice con cierta amargura Miralles (Carlos Álvarez-Nóvoa) mientras recuerda en voz alta a sus compañeros… muertos… mientras intenta salvar del olvido y de un definitivo adiós a los héroes de unas guerras que siempre pierden los mismos… Quizá es lo único que espere este “soldado viejo y cabreado” … y cansado… y decepcionado… de ver cómo no ha servido para nada la lucha de los héroes cuyos nombres se disipan en infinitas fosas comunes, de ver cómo el silencio ha envuelto la memoria dolorida de aquellos a los que no se les permitió recordar, de ver cómo el ser humano lee las páginas de la historia sin prestar atención a la letra más pequeña, a los nombres que no figuran en esa “historia oficial” que siempre escriben los que ganan…
Quizá Miralles mire a ese joven que ha llegado hasta él en busca de un héroe y vea la última oportunidad para salvar su memoria en los nuevos recuerdos de alguien que ha sido capaz de escarbar en “la novelesca leyenda” de un hombre llamado Rafael Sánchez Mazas… cofundador de La Falange, fascista convencido, coautor de la letra del “Cara al Sol”… un auténtico “hijo de puta”… un buen escritor…
La versión teatral realizada por Joan Ollé es espléndida. Ha seguido escrupulosamente la estructura planteada por el autor, huyendo de cualquier elemento escenográfico que pudiese tal vez distraernos de la palabra, que fluye perfectamente dicha, con firmeza, con intención… e incluso, añadiría, con compromiso. La obra de teatro documental, como la ha calificado el mismo director, consta de tres partes (como el libro) una primera, “los amigos del bosque”, que guarda enorme similitud con los últimos trabajos realizados por Ollé. En ésta la información nos llega a cinco voces y de un modo casi lírico; tras esta introducción, y sobre el fondo de una bandera española, hace su aparición Sánchez Mazas, interpretado por Lluis Marco. El actor catalán lleva a cabo un ejercicio de expresión contenida magnífica, con el que nos presenta a un intelectual de ideología fascista consecuente, lúcido y responsable en un monólogo de una fuerza absoluta. Así llegamos a la tercera parte; el encuentro de Cercas (Gonzalo Cunill) y Miralles (Carlos Álvarez-Nóvoa), el miliciano que no mató a Sánchez Mazas. En el diálogo que sostienen ambos se cruzan distintos tiempos. Hay quizá dos monólogos que confluyen en puntos estratégicos hasta concluir en el encuentro definitivo, tras el viaje del autor a la residencia en la que vive Miralles. Es éste el momento más emocionante de la obra. El fin de la búsqueda, el descubrimiento en lo que no se dice de un héroe que se resiste a serlo, de un héroe que se deja vivir mientras espera un abrazo… que hace tanto tiempo nadie le da… las razones infinitas de un anciano luchador republicano cansado de luchar… la respuesta última en un No… que suena a Sí… y todo esto envuelto entre las notas de, probablemente, una de las canciones más tristes que se puedan imaginar… y todo esto envuelto en uno de los pilares de la memoria histórica de un país que por fin concede este derecho a los que durante cuarenta años tuvieron como únicos aliados la humillación y el silencio.