Sorpresa mexicana
El pasado mes de diciembre nos invitaron a conocer un teatro en la colonia Santa María La Ribera, en Cuauhtémoc, Ciudad de México. La vieja Santa María conocida popularmente por sus habitantes fue antiguamente zona de teatros en la ciudad. Estábamos participando en ENARTES, IX Encuentro de las Artes Escénicas, y se acercaron a nosotros gentes del sector teatral y coreográfico mexicano. Nos invitaron a un encuentro con compañías independientes acompañado de una muestra de distintos espectáculos. Realmente no sabía muy bien a dónde nos llevaban ni qué nos íbamos a encontrar. Pero nos juntamos un grupito y allí fuimos.
Llegamos sobre las diez de la noche a una pequeña sala que estaba llena de gente. Un escenario, enfrente una escalera y un balcón. Al lado del escenario, un pasillo angosto lleno de jóvenes, al fondo del pasillo un bar dónde corría abundantemente el tequila y la cerveza. Espacio original donde los haya.
No era fácil moverse por el local, y parecía imposible que el personal se centrara en los espectáculos que iban a comenzar en breve. Había un público variado: teatreros, bailarines, programadores, gente afín a la sala y gentes que pasaba por allí y entraron a tomar algo. Comenzó el primero y un silencio se apoderó del local. Por respeto, por curiosidad por lo que sea, el personal se concentró. La primera propuesta era un trocito de un “Romeo y Julieta” a través del lenguaje de los signos. Gustó. Continuaron Jairo Cruz y Paulina del Carmen que ofrecieron una coreografía de danza contemporánea titulada “8 segundos”. A partir de la reflexión “tanto quiere el diablo a sus hijos hasta que les saca los ojos”, la coreografía es una denuncia al maltrato femenino y a la violencia de género en las relaciones de pareja. Continuó Oliver con “la Muerte de Judas”, texto que propone la vida de los apóstoles y de Jesús desde el punto de vista de Judas. Finalizó la muestra con Teatro Servidoras, delicada y cuidada puesta en escena.
Fue una sorpresa mexicana. Me encantó la selección de las propuestas presentadas por su equilibrio, diversidad, y sobre todo, por su calidad. Lógicamente, el respetable devolvió esa calidad con respeto, silencio e implicación entusiasta en cada aplauso final. Fue una bonita velada en una ciudad que es capaz de sorprender cuando menos lo esperas.
Me pregunté ¿quiénes están detrás de Teatro Lúcido? Tuve la sensación y la vibra que además de ilusión había capacidad, pasión y mucho trabajo en aquel espacio. Migrart es el nombre de un proyecto dinamizado por la gestora cultural Evelyn Gómez, la bailarina contemporánea Claudia Villarreal y el artista visual y diseñador Carlos de la O y colaboradores entusiastas con el proyecto. Teatro Lúcido es una ventana al arte contemporáneo independiente en México, manteniéndose con un gran esfuerzo e implicación. Como tantos y tantos espacios en el mundo, como tantos y tantos teatros privados e independientes en el mundo. Acaso, ¿uno más?
Un factor diferenciador es el proyecto que subyace. Hay una estrategia de intervención global que dota de una solidez muy importante a la acción del Teatro Lúcido. Van desde la representación artística y producción de espectáculos escénicos de alta calidad trabajando con artistas nacionales e internacionales reconocidos hasta el desarrollo de la primera agencia mexicana para emprendedores de la industria cultural-artística de las artes escénicas ayudándolos a su profesionalización a partir de estrategias de gestión, promoción, administración y comunicación. Generando comunidades de aprendizaje, de economías de escala y solidaridad social. Una inesperada y preciosa sorpresa mexicana.