‘Storm’/Cirque Imaginaire
Los artistas por encima del espectáculo
De un tiempo a esta parte ha venido tomando fuerza eso que hemos dado en denominar nuevo circo. Así, el circo se ha unido a otras artes escénicas para ofrecer un espectáculo completo, artístico, que ha reconciliado al gran público con las artes circenses. Números de circo clásicos y renovados, se combinan con el trabajo dramatúrgico y coreográfico y cuidados diseños escenográficos, de vestuario y de iluminación. Uno de los más conocidos exponentes de ese circo reinventado es el popular Cirque du Soleil, de Canadá. En esa línea de trabajo hemos de situar a Cirque Imaginaire, joven compañía impulsada por Iñaki Fernández y Tony Mercer como directores artísticos, que el jueves presentó en Zaragoza ‘Storm’ su primer espectáculo cosechando un rotundo éxito de público.
La referencia a los canadienses es inevitable, entre otras cosas porque la misma compañía nos invita a ello en su programa de mano: ‘la esencia del Circo del Sol’. Tal vez una estrategia de marketing (¿incluido el nombre en francés?) pero entiendo que es un error. En una comparación con el Circo del Sol, Cirque Imaginaire sale perdiendo. Es simplemente una cuestión de presupuesto. Las producciones de los canadienses son impecables, pero no se les puede pedir menos con el dinero que manejan para realizarlas. ‘Storm’ está bien producido, pero llega a ser brillante, en algún momento incluso resulta injustificadamente sobrecargada. Lo mejor la potencia de su diseño de luces y la fuerza de la música en directo. Espléndida está Selma Candel en el violín. Hay momentos efectistas como la tormenta de nieve, las proyecciones ofrecen momentos muy visuales, pero el espectáculo considerado en su conjunto, y a pesar de la brillantez de sus números circenses, está por debajo del entusiasmo manifestado por los espectadores y no desata la prometida tormenta de emociones.
Las dos historias que articulan el espectáculo, la de un padre y una hija que acaban a la madre y tienen que aprender a convivir pese a sus diferencias y la de la tierra, que sufre con el trato de los seres humanos resultan en exceso melodramáticas (especialmente la del padre y la hija) y no ofrecen un verdadero elemento de conexión entre la escena y la sala. Incluso algunas de los elementos que la trama ofrece (las canciones del padre) son claramente prescindibles.
Pero hay algo muy bueno en ‘Storm’: sus números de circo. Se antojan pocos (especialmente en la segunda parte donde hay sólo cuatro en cuarenta y cinco largos minutos) pero los que hay son realmente espléndidos. Espectacular el número de contorsionismo de Uugantuya Otgonbayar y Khongorzul Tseyen-Oidov, las acrobacias de Icar Games-Group-Mekele o de Wise Muscles, el trampolín contra pared de The Jumpy Trickers, la barra rusa, el diávolo, el equilibrio en rueda simple o las acrobacias aéreas con telas de Zoé Sabattié… Números todos ellos de gran nivel en un espectáculo en el que sobra relleno y que no está a la brillante altura de sus artistas. Su talento merece ser visto y disfrutado, del resto, se olvidarán cuando hayan abandona el teatro.
Joaquín Melguizo
Obra: STORN – Compañía: Cirque Imaginaire. – Produce: Letsgo and Lunchbox – Escenografía: Sergi Navarro. – Música: Tim A. Duncan. – Vestuario: Miguel Brayda. – Iluminación: Juanjo Llorens. – Directora circense: Olga Sidorova. – Dirección artística: Iñaki Fernárandez y Tony Mercer. – Teatro Principal de Zaragoza – 18 de enero de 2012