Supermán contemporáneo
Hoy por la mañana casi me estrello con Supermán. Mas bien, supermán casi se estrella conmigo. No iba con la mirada oteando horizontes lejanos, rumbo a salvar a algún inocente de las fechorías de un villano intergaláctico, sino cabizbajo caminando rápido para llegar a ninguna parte. La capa que nunca podría adivinar para que le servía realmente, era más bien una frazada sin ondear al viento, yo creo que principalmente, por la suciedad acumulada, dado que la arrastraba recogiendo todos los desperdicios de las veredas.
Más veloz que una bala, más potente que una locomotora, no le teme a las alturas…
Por su andar apresurado, si no tenía la velocidad de una bala, al menos se le aproximaba, aunque estaba claro que no estaba apuntado hacia un blanco. Más que la potencia de su fuerza, era lo poderoso de su aroma, no exactamente a rosas. Y de tenerle miedo a las alturas, no creo, porque era evidente que nunca había logrado llegar muy alto en la vida.
Es un pájaro… nooo, es un avión… nooo, es Supermán. Sin duda era Supermán, aunque no era exactamente el super héroe de las tiras cómicas concebido en 1938 por Siegel y Shuster, cuyo debut en sociedad fue con una publicación hecha por DC Comics en Action Comics #1, sin duda era un super hombre que, como dicho en ingles suena mejor, era Supermán.
Sí, porque para sobrevivir en la soledad de la miseria sin esperanza se debe ser un verdadero super hombre capaz de resistir no tan solo a las balas de alguna redada, sino que, al hoyo perpetuo en el estómago, tener la energía suficiente como para levantarse del pavimento frio a cada siguiente día de invierno y soportar esas miradas de desdén que lo castigan desde las alturas de indiferencia.
No era exactamente quien puede cambiar el curso de los ríos, ni el que quiebra los aceros, ni el que se transforma en Clark Kent. Era más bien un ser incapaz de cambiar el curso de su propia existencia, pero si de tener los pies fríos como el acero producto de la kryptonita y transformarse en una especie de ente invisible para la sociedad. De la ropa interior roja puesta sobre el pantalón azul, nada, seguramente porque de ropa interior, ni hablar.
Y de la pose con una pierna flectada y el brazo extendido para surcar el cielo, por supuesto no vi su pierna flectada, pero si su mano pidiendo una limosna capaz de financiar el perdón divino de quien la dejaba caer en esa mano tan sucia como la supuesta capa. Definitivamente si era Supermán por sobrevivir una y otra vez a esas mañanas con escarcha por todos lados y sin comida.
En mi ciudad ya existen demasiados super héroes contemporáneos con el super poder de la invisibilidad y no me gustaría ser como ellos, prefiero ser un simple peatón con posibilidades de avanzar hasta donde mi esfuerzo me lo permita.
Por lo demás, con la llegada de los teléfonos móviles, ya no existen esas cómodas cabinas telefónicas donde cambiarse la ropa de vestir por un coqueto traje de lycra.
Aunque a veces me sienta un tanto agobiado por los super villanos de la vida, trato de ser super optimista para estar super cómodo, super contento y super satisfecho.
¿Para qué más?