Tàrrega, la ciudad del polvo y de muchas cosas más
La temporada teatral empieza con un clásico que cumple nada más y nada menos que 30 ediciones: Fira Tàrrega. Recuerdo hace unos años la presentación que hizo un artista antes de empezar su espectáculo. Debían ser la cuatro de la tarde, en un descampado al lado de la estación, junto a las vías. El sol pegaba fuerte y el viento que soplaba parecía que saliera directamente de un horno. El joven actor, creo que era argentino, salió ante el público y dijo: «Bienvenidos a Tàrrega, la ciudad del polvo». Y siguió con un agudísimo monólogo improvisado sobre las condiciones climáticas, la polvareda y todo cuanto había en algunos espacios de la ciudad. Fue genial y nos ayudó a todos a relajarnos un poco antes de empezar el espectáculo. Por suerte, y desde hace ya algunos años, en Tàrrega cada vez hay menos suelos polvorientos, más calidad artística y mejores espacios.
Jordi Duran es el flamante director artístico de la Fira. Mano derecha de Jordi Colomines (el director saliente), Duran conoce perfectamente la casa. En el equipo gestor continúan los de siempre, encabezados por el histórico gerente Pau Llacuna. No es habitual que un tipo tan joven dirija un festival o una feria de artes escénicas de este calibre, seguramente se convierta en el más joven de la península. Me alegro muchísimo de ello.
Por casualidad vi un espectáculo suyo en la pasada edición del Festival Escena Poblenou, una historia de amor, en la cual el espectador itineraba por distintos espacios de un hangar de Barcelona. Esto me sirve para comentar una de las prioridades que se ha marcado el nuevo equipo artístico de Fira Tàrrega: potenciar los nuevos lenguajes escénicos en espacios no convencionales. Sin duda, este es el camino natural que debía seguir la feria. Colomines sentó las bases de esta especialización, programando espectáculos de calle que aportaran algo distinto a lo de siempre. Esto nos hizo descubrir un género poco conocido en la península pero muy común en Europa.
Fira Tàrrega quiere dar salida nacional e internacional a un tipo de espectáculos escénicos perfectamente exportables, y que a día de hoy no tienen una plataforma con condiciones para que puedan promocionarse. Se trata de espectáculos denominados «site-specific», o sea, espectáculos que están pensados para desarrollarse en un espacio concreto (en la calle, en un museo, en el hall de un teatro, etc.). Por las características del formato, el público suele dividirse en pequeños grupos, de 15 o 20 personas, que van pasando cada media hora. El año pasado, la compañía Kamtchatka presentó en Tàrrega «Habitaculum» que se desarrollaba en una antigua fábrica. La itinerancia del público es otra de las características comunes en este tipo de acciones. A menudo, al espectador se le da un soporte de audio a través del cual va siguiendo las instrucciones o la historia de la pieza. Jordi Duran apuntaba hace poco en un artículo una de las carencias importantes en los espectáculos de calle: las buenas historias. Es verdad. Se ha marginado la dramaturgia en los espectáculos de calle y se nota.
Esa especialización que quiere desarrollar el nuevo equipo artístico de Fira Tàrrega es una buena noticia, básicamente porque es hacer algo que no existe en el mercado, crea nuevos públicos, estimula a las compañías y les da prestigio social.