Teatro documento, juguetes e intriga fabular
«¡PAPÁ, DE MAYOR QUIERO SER POLICÍA!», del joven artista vigués Carlos Álvarez Gil, es una obra que se presenta como un juego infantil aparentemente casual, como un mecano arbitrario de juguetes de plástico multicolores, que representan objetos diversos (coches diminutos, alimentos, muñecos pequeños, piezas de construcción, aros…) que se yerguen hacia la vertical. Una composición que asciende, que crece hasta que se encuentra con la luz cuya sombra proyecta la figura violenta de un soldado armado contra la pared. Una instalación escultórica realizada con juguetes que nos remiten a una infancia entretenida y despistada, amenazada por una sombra parpadeante de fondo, a manera de prolepsis indirecta y espectral.
«¡PAPÁ, DE MAYOR QUIERO SER POLICÍA!» de Carlos Ávarez Gil se puede ver dentro de la exposición «Veraneantes» del MARCO (Museo de Arte Contemporáneo) de Vigo. Esta obra pone en contacto dos concepciones supuestamente antagónicas: la inocencia infantil y su libertad lúdica, frente a la violenta astucia del adulto cautivo de sus miedos y armado contra ellos. Esos miedos alimentados por el Estado y el sistema comercial.
En «¡PAPÁ, DE MAYOR QUIERO SER POLICÍA!» el niño, o la niña, no está en la habitación, solo nos quedan sus fantasiosas construcciones de juguetes como testimonio de una diversión pasajera y, en la pared del fondo, la sombra de un soldado. Otra contraposición rítmica: el personaje ausente del niño o de la niña, frente a la silueta del personaje latente del soldado encerrado en un círculo de luz, en el centro de la diana.
Los juguetes son un documento material que referencia, inevitablemente, la infancia en los países en los que se pueden tener juguetes. Ofrecen un testimonio objetual claro e inequívoco. La silueta del soldado armado nos remite a un personaje tipo cuya figurativización, en cuanto silueta, tiende a la abstracción alegórica que representa la violencia, la guerra. Dos polaridades que no pasan de moda y que demuestran que la idea de progreso tiene sus límites en la conveniencia y el mercado que toda guerra defiende. El negocio armamentístico, la necesidad de reforzar los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, siempre encuentran coartadas legales y legítimas alentadas por el miedo y el odio.
El nuevo «TEATRO DOCUMENTO» ha cambiado mucho desde Erwin Piscator hasta las propuestas de RIMINI PROTOKOLL o SANJA MITROVIC y su Cía. Stand Up Tall Productions. El afán de veracidad de los documentos con los que se juega, para denunciar o mostrar aspectos determinados, se ha visto asimilada a las poéticas performativas posdramáticas cuya característica fundamental es la fragmentariedad y la afirmación material(ista) de la propia acción escénica (play) desplazando lo argumental (plot).
La dramaturgia, como partitura de acciones de diversas naturalezas (códigos), se ha centrado en buscar nuevos mecanismos de coherencia espectacular para abordar los temas en cuestión.
Dentro de esas dramaturgias performativas posdramáticas tienen cabida, así mismo, materiales provenientes de la realidad, documentos diversos testimoniales (juguetes, fotos, grabaciones audiovisuales, libretas y cuadernos, libros y otros objetos), con los que un/a performer, sin necesidad de construir una identidad ficticia (personaje), ejecutará el ritual del teatro.
Cuando decimos «el ritual del teatro» nos referimos, evidentemente, a que el teatro es teatro cuando se activan las convenciones propias del juego teatral que cada dramaturgia diseña en su realización poético-productiva y estético-receptiva. O sea, cuando se activa, por tanto, la ficción lúdica.
Es por eso que cualquier material real y/o documental es absorbido por esa ficción lúdica inmanente al teatro convirtiéndose en juguete.
La dramaturgia diseña las convenciones (las reglas) de un juego espectacular en el que participan actrices, actores, performers, técnicos y cualquier profesional que actúe, directa o indirectamente, sobre el escenario y sus dispositivos y la espectadora y el espectador singulares, que conforman la asamblea del público.
Esta liberación de lo argumental (de una historia o fábula que someta la partitura de acciones a su hegemonía), en favor de la propia veracidad y materialidad del juego escénico, que son características de las poéticas teatrales posdramáticas en las que se puede incluir al «teatro documento», puede encontrar otras vías intermedias.
Ese es el caso de algunas propuestas como la de la Cía. mejicana LAGARTIJAS TIRADAS AL SOL en su espectáculo «MONTSERRAT», de GABINO RODRÍGUEZ, que pudimos ver el 21 de febrero de 2014, dentro del ciclo «Material Memoria» que programa el poeta y dramaturgo vigués Pablo Fidalgo Lareo, asociado a la exposición «Veraneantes» del MARCO de Vigo.
Esa vía intermedia entre las dramaturgias fabulares (cuya partitura de acciones se pliega a la representación de una historia) y las dramaturgias posdramáticas (cuya partitura de acciones presenta unos temas y asuntos determinados intrínsecos a la propia materialidad de la acción escénica) podría semejarse al DRAMA ÉPICO formulado por Bertolt Brecht, en el que entra la narración directa (no representada) y el narrador. También podría constituir esa vía intermedia el género parateatral del STORYTELLING, el arte de contar o narrar oralmente a un público. Otra vía intermedia podría ser el denominado VERBATIM THEATRE, que como señala el crítico Michael Billington, no es una forma sino una técnica según la cual se incorporan las palabras y los testimonios de la gente real a través, por ejemplo, de entrevistas y grabaciones.
Sobre el VERBATIM THEATRE, Will Hammond y Dan Steward exponen: «As the name suggests Verbatim plays are written using only the precise words spoken by people interviewed about a particular event or topic. The plays are constructed by the playwright from the testimony of witnesses or those close to an event in order to lend the play an authority that shifts the theatre from mere entertainment to a form of reportage, politicising the audience. Recent successful verbatim plays include «The Colour of Justice» based on transcripts from the Stephen Lawrence murder trial, Robin Soans’ «Talking to Terrorists» which uses interviews with victims and practitioners of terrorism, David Hare’s «The Permanent Way», and the highly acclaimed «My Name is Rachel Corrie».»
En «MONTSERRAT» de GABINO RODRÍGUEZ, Cía. LAGARTIJAS TIRADAS AL SOL, se construye una intriga asentada en el hecho de contarnos una historia, sin representarla dramáticamente, sino utilizando documentos para ilustrarla, a modo de piezas de un rompecabezas o juguetes de un mecano.
Gabino Rodríguez, un joven dramaturgo y actor mejicano de unos treinta años, nos relata su odisea personal para buscar a su madre. Para ello juega con unos mínimos recursos teatrales: caretas de cartón infantiles que funcionan como alegorías de personajes mencionados en su relato, proyección de fotos de un álbum familiar que incluye su propia infancia, vídeos que testimonian su búsqueda, fotos de lugares recorridos en su pesquisa, fotos de los supuestos cuadernos y diarios de la madre desaparecida, cartas, etc.
Su relato genera una inquietante mezcla de realidad documental ficcionalizada (el propio recuerdo es una ficción) junto a otros elementos puramente ficticios. La veracidad de los materiales que, hipotéticamente, provienen de la «realidad» al lado de la verosimilitud de otros «creados» especialmente (artificiosamente).
La recepción navega entre la incertidumbre y la emoción de lo «veraz» recreado y de lo «creado» verosímil, entre la «verdad» ficticia y la «ficción» verdadera, en un relato enunciado directamente hacia las espectadoras y espectadores, en el cual la sabia dosificación de la información, a la manera clásica, consigue suscitar una intriga que nos atrapa.
A esa intriga de la historia de la búsqueda de la madre, por parte de este joven que nos va ofreciendo todos sus testimonios, hay que sumarle que el tema, en si mismo, posee una alta potencialidad emocional. La búsqueda de la madre muerta, desaparecida, mitificada… mueve emociones sí o sí, porque todas/os tenemos una madre presente o ausente que, de alguna manera, nos afecta.
La selección, jerarquización y disposición de los materiales documentales que nos son mostrados (cartas con la caligrafía materna, registro de defunción, redacciones de cuando Gabino era un niño y un adolescente, fotografías diversas y otras filmaciones, etc.) construyen un discurso narrativo fabular que fluctúa entre el tono confesional autobiográfico, el testimonial e, incluso, el detectivesco.
Sin duda el bucle de la ficción, constitutiva del juego escénico real, absorbe este nuevo giro del TEATRO DOCUMENTO, amarrándolo a una INTRIGA eficaz argumental y temáticamente.