Zona de mutación

Teatro fast food vs teatro light

La relación alimentaria responde a que no necesariamente una obra que merezca esta calificación alude a una digestión rápida de sus contenidos, si los hubiera, sino a técnicas que se ponen a punto para consumo de ocasión teatral. La combinación consumo práctico equivalente a digestión rápida, es como el teatro-sazón que se envasa como un minisachet de mayonesa o ketchup para agregarlo a la hamburguesa. O que también hace importante la cuestión del packaging, así como no sólo la del rótulo sino la de la marca. Para que sea bien descremado, pasteurizado, esterilizado, el producto se diluye a densidades convenientes, donde se computa la vulnerabilidad de los elementos al calor de un excesivo entusiasmo, y las fuerzas de colaje que retiran todo grumo reticente, para ser azotado con una corriente de vapor en la cámara de mezcla que llamamos ‘escena’, a presiones cambiantes, y medible en milibares de pasión.

En el túnel de pasteurización y homogeneización teatral el gas aligerante se aplica a una presión variable, en tanto el conducto está formado por módulos amovibles de calentamiento, esterilización, enfriamiento, medios de portación de los ingredientes seductores del ‘food’ y unidades de filtrado de sus borras y lastres. Cada módulo comprende venteadores de alta presión social que impulsan el gas aligerante a los niveles elegidos, y un dispositivo que realiza un ciclo de refrigeración que comprende evaporadores de tubos y aletas estriados, condensadores y compresores, y medios de control que actúan sobre válvulas de acción emocionales y proporcionales que regulan la entrada de fluido a cada evaporador. Para sofisticación, nada como un sistema cultural. En hombres, puede hacer erecciones involuntarias a mitad del proceso, pero que no revisten gravedad, más bien responden a que  este procedimiento es como hacerle cosquillas a sus propios espíritus con un plumón de ángel. El nivel ‘light’ deseado puede ser alcanzado igualmente por centrifugación de descremado o des-cerebrado. El encéfalo tiene alto componente graso y los colesteroles de salud cultural recomendados, pueden verse favorecidos en consumidores con la debida conciencia de la fabricación del producto. Cualquier obra de Shakespeare, Beckett o Koltés, puede ser sometida a estos procesos, para que los triglicéridos dramáticos no taponen las cavidades de algún corazoncito loco. Clorhidratos y proteínas tienen en el dramaturgo o director, filtrajes idóneos y vigilantes de la buena dieta. Su mano, pronto será cosa de salud pública.

Cuando se sale al ‘hall’ a comentar, se cae en la cuenta de las dosis en la languidez de esos rostros, en lo rozagante de los gestos se adivina el buen metabolismo, para nada embotados con el atosigamiento cultural hecho a base de morcillas grasientas o de esas saturadas salchichas alemanoides de vanguardia. Corre Lola corre de esos peligros, mejor busca obras magras, de fibras solubles. Ojo al ‘food’ chatarra de los independientes, suelen ser reacios a los tratamientos; lo dan todo de golpe sin fijarse en el estado de salud de la persona. Por las dudas, si se cae en la tentación de ir no obstante a esos antros, asegurarse al menos que las ambulancias entran hasta esos lugares. No olvidar, cada afiche, cada programa debe llevar la leyenda de que hay una ley de protección al consumidor y que todo exceso de productos no tratados, entra a un rango inapelable de pecado. La diferencia sobre si es venial o mortal es tan irrelevante como si el colesterol es del bueno o del malo. La glotonería es mala siempre. En ese hall puede verse claro al que corre rápido al baño a meterse los dedos en la boca, al final de la función. Mejor no hacerse cargo. Tampoco los diuréticos y colagogos son motivo para dispersiones, lo central es la industria cultural, la generación de un producto Mater, un molde. Lo que viene después, no es más que creación de valor agregado en la cadena diegética del comentario.

Para la resaca por exceso cultural, hay efervescentes en mercado, eructógenos eficaces, regurgitadores infalibles. Quién cae en adicciones u obesidades culturales, deberá poner a su cuenta y riesgo, la discriminación a la que se expone por sus debilidades, por ser un sobresaturado. En este sentido, el organismo tiene su homeostasis equilibradora y de vez en cuando, viene bien no hacer oídos sordos a sus dictámenes.


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