Foro fugaz

Tentación por la calle

En busca del rincón escénico, tarea de quien pretende llevar a cuestas su teatro como una tortuga dramática, libertad de un grupo que pretende enfrentar al público en cualquier espacio para lanzar su mensaje festivo. Teatro bruto y con pretensiones de libertad absoluta, así es el espectáculo de calle que celebró en la ciudad de Aurillac (sur de Francia) su reunión 37, en el Festival Internacional de Teatro de Calle que contó con más público que habitantes de la ciudad.

Ecuación fácil de plantear: un espacio abierto, un público deseoso de aventuras, una creación (muchas veces colectiva); pero la solución al enigma es mucho más difícil. ¿Por qué, para qué, quién gana ante esta apuesta desmesurada de teatro fuera de los espacios convencionales? ¿Por qué más de 600 compañía se dan cita en Aurillac durante cuatro días para proponer sus creaciones? ¿Qué atractivo tiene esta atávica fórmula de espectáculo?
Pienso en el teatro trashumante que buscaba llevar un poco de diversión a localidades perdidas en una geografía abrupta, un grupo de comediantes en busca de un público para aplicar su libertad creativa, el carromato del arte que se instala en cualquier plaza de una cité perdida. Me asalta el recuerdo del Séptimo sello, película de Ingmar Bergman, en donde la inocencia viaja en una compañía familiar que navega entre creatividad y pobreza. Pero son los únicos que se salvan del acecho de la muerte.

En Aurillac se presentaron durante 4 días las propuestas más audaces, los rituales convencionales de la calle, de los foros fugaces como titulo esta columna. En estas producciones libres y muchas veces salvajes se reúne un ancestral deseo de comunicar, anterior a la invención misma del teatro en Grecia. El público queda absorto ante tal prodigio de aventura. Se pierde la frontera entre la feria de pueblo y el teatro convencional, entre el circo y el drama, entre el monólogo y el vendedor ambulante, merolico le decimos en México, atrás de la raya que estoy trabajando, exhorta en un semicírculo protector el vendedor disfrazado de payaso. En pocos lados la frontera entre espectador y espectáculo es tan fina que en cualquier momento usted apreciado público lector puede convertirse en un actor de su propia obra.

Pero me desvío, errabundo en mis evocaciones al narrar la aventura de esta pequeña ciudad del sur de Francia, Aurillac y su cita de teatro al aire libre. Exaltantes experiencias exóticas, para reivindicar esa necesidad de teatro libre, espacios para que el público se deleite con la sensación de un acto primitivo que suele llevarnos a los inicios del espectáculo humano: una voz, un auditorio y una historia.

Auriac 2024 terminó este sábado después de presentar día y noche decenas de espectáculos, desde one man show hasta espectáculos más complejos, con desafíos para el público y goce de actores y compañías.


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