Texto Teatral
El teatro es palabra y movimiento, la palabra es materia y energía, el movimiento, (todo el movimiento) es energía. Y cuando hablamos de la palabra incursionamos en el canto, en la poesía, en la voz, en el sentimiento. Presentimos que la escena es el último reducto de la poesía en voz alta. Por cierto, Poesía en Voz Alta fue el grupo pionero del teatro en México en el siglo pasado, en el que participó Octavio Paz y Juan José Arreola, pero esa es una historia ajena a esta crónica.
Materia y energía genera la escena, poderosa fuerza que surge cuando un grupo de personas (actores, bailarines, cantantes, músicos, cirqueros, tramoyistas…) se reúnen para reactivar las emociones de otro grupo, en apariencia pasivo, que denominamos público. Lo importante del público teatral es su fuerza pasiva, su energía mental lanzada al escenario y reactivada con el aplauso (o la rechifla) final. Lo importante del grupo creador es el estímulo que produce, el impacto de su trabajo, el vaivén de energía entre la platea y el foro. Ese intercambio es la magia del teatro.
En el escenario el actor es materia y fuerza; teorías van y vienen, modas nos alcanzan y nos abandonan, cantan las sirenas la supremacía de los otros oficios, pero el cuerpo sublimado de los comediantes (aún en su insignificancia y deformidad) es el ejecutor de los designios teatrales. ¡Alza tus brazos al cielo que es un ciclorama! ¡Lanza tu mirada a la infinita obscuridad de la sala! ¡Avanza por el camino de la flor hasta el imposible horizonte! Y proyecta la voz de los siglos, porque ahí en el centro te acompaña Sófocles, Shakespeare, Calderón, Beckett…, estás en el eje de una historia que es un presente absoluto: el teatro.
Se discute sobre el texto teatral: texto o no texto. Discusión estéril. Nunca se discute la pertinencia de las partituras, ¿qué sería de la música sin las partituras de Bach, Vivaldi, Beethoven, y los múltiples otros? ¿Quién puede confundir la partitura con la obra sonora? ¿A quién puede ocurrírsele que nos quedemos con una versión fonográfica única, aunque sea genial? La interpretación aquí y allá pertenece al presente y cada época tiene su versión de los clásicos. La nuestra favorece la creación en la escena y es interesante, pero no definitiva.
Me atrevo a afirmar que no hay teatro postdramático; que, menos pomposa, hay una evolución de nuestro concepto teatral hacia formas que corresponden a nuestro tiempo en donde el texto es sólo un elemento más. Ya desde principios del siglo pasado hubo intentos de sacudirse la dictadura del autor, y la aparición del script cinematográfico cambió completamente nuestro concepto del texto teatral. No es nuevo, ocurre desde hace muchos años gracias al sacrificio de Artaud. Pero eso no le resta vigor a la palabra proferida en la escena, vigor y canto. Jodorowski en México lo entendió muy bien y revolucionó las puestas en escena con versiones insospechadas de obras como Así hablaba Zaratustra basada en la obra filosófica de Nietzsche, o con La Sonata de Espectros de Strindberg (por mencionar un texto dramático preexistente) que era tan audaz que fue prohibida por las autoridades mexicanas al segundo día de las representaciones, el todo realizado para la escena.
Existe el teatro mudo, lo vemos en el texto Acto sin palabras de Beckett, pero son excepciones de pantomima. Lo propio de la escena es generar su propio script, armar su guion, crear las estructuras para la escena que conllevan poesía, pues como lo decíamos es el último bastión de la palabra proferida.
Y también del silencio significativo, de esa voz callada que llega de otros horizontes y que descubre lo oculto, la trascendencia de otras realidades reflejadas en la escena. El doble que intuyó Artaud o las inquietantes escenas de Beckett.
Pero regresemos a don de la palabra, a la fuerza de la poesía:
Ay mísero de mí… Calderón
To be or not to be… Shakespeare
No podrás anular las leyes del cielo… Antígona, Sófocles
Pense, porc! Esperando a Godot, Beckett…
Y podríamos seguir con nuestro hilo negro ad nauseam pero eso no quita que el foro es, -adelante, no te detengas ante la cursilería- es el altar de la palabra… (Y resuenan estruendosos aplauso y vivos chiflidos).
Sigamos discurriendo como cronistas deportivos: los que se parten el alma en la cancha-foro son los actores. El partido se escribe a medida que el tiempo avanza, pero sería difícil que ocurra el drama sin ciertas reglas, portería, balón, jugadores… Así en la escena teatral…
París, marzo de 2021