Tiempo y teatro
Si sueño con una obra de teatro que no tenga fin, al despertar encuentro la vida y su consecuencia, la muerte. El espacio teatral nos convoca para que seamos nosotros mismos ante los otros. El espacio se reduce y el tiempo también, pero el ciclo de la vida queda representado.
¿Cuánto debe durar un espectáculo? ¿Cuál es la duración ideal de una obra de teatro? En el cine la convención es de 90 minutos como mínimo para un largometraje, y el máximo es de tres horas porque rebasar ese límite es peligroso. Las series, que oscilan entre cine y tv, pueden darse el lujo de durar más tiempo, pero divididas en capítulos que algunos audaces ven integralmente en un fin de semana.
Pero el teatro es diferente, convoca a un público para una representación única, aunque se repita. La cita tiene un horario y un lugar al que hay que acudir inexorablemente si se quiere participar en el espectáculo. Los actores son como deportistas que en un espacio delimitado luchan contra un destino determinado y diferente y no siempre ganan. Las duraciones teatrales son diferentes dependiendo de las obras y de las tradiciones. Una pieza de Shakespeare puede durar hasta cinco horas o más. Nuestra Celestina no fue representada en su época porque se suponía que era imposible llevarla a la escena, argumento refutable desde cualquier ángulo, no desde el puritanismo de la época (siempre he soñado con lo que hubiera pasado si la vertiente trágica de la Celestina hubiera echado raíces en nuestras letras dramáticas).
Los teatros tradicionales orientales pueden hacer durar las obras una noche; el Kabuki dura hoy en día 6 horas en su versión comercial y para el turista, y en el teatro griego se representaba la integralidad de una trilogía en el tiempo de una jornada. El teatro es la vida.
Mi recuerdo más precioso de una aventura teatral de larga duración es la representación del Mahabharata, adaptación memorable del Peter Brook a la escena, representada en la agreste Cantera de Boulbon cercana a la papal Aviñón. Entrabas al caer la noche y salías al levantar el día después de haber atravesado los reinos del la vida y la muerte, guerras, violencias y el arrullo de la esperanza al amanecer. Aventura de una noche de verano. Le siguió en ese registro La zapatilla de raso de Paul Claudel en una puesta en escena de Antoin Vitez que duraba once horas.
Precisamente en la edición 2016 del festival varios espectáculos rebasaron las 5 horas. ¿Qué haré yo con esta espada? de la tormentosa Angélica Lidel, 2666 la adaptación de la novela de Roberto Bolaño, que dura 11 horas 30, Los hermanos Karamazov que dura 5 horas 30 y que se presenta en estos días en las cercanías de París, en una antigua fábrica.
Podríamos decir que el teatro con su respiración en comunión entre espectadores e interpretes, convoca a un navío que no tiene límite de tiempo. Por supuesto que la duración de las obras puede ser diverso y que la calidad no reside en el tiempo de escena, no obstante el teatro acerca a la ceremonia humana que no tiene límite, a un tiempo sin tiempo que nada tiene que ver con la precipitación contemporánea.
Enrique Atonal
París, septiembre de 2016