Críticas de espectáculos

Todos los buenos espías tienen mi edad/Juan Domínguez

Diario escrito
Obra: Todos los buenos espías tienen mi edad
Autor e intérprete: Juan Domínguez
La Fundición – Deustua- 11-02-06
Incalificable. Un proyector, una pantalla, una mesa, un cámara, docenas de carteles con mensajes, pensamientos, letras de canciones, reflexiones y el autor, intérprete, director de esta performance que no habla, que simplemente pasa los carteles, decenas de ellos. Una coreografía de textos y palabras se nos llega a insinuar. Y durante hora y media leemos en la pantalla algunas de las peripecias reales o inventadas que al artista le han ido sucediendo en el proceso creativo. Asuntos conceptuales o asuntos circunstanciales, anécdotas o vértigos creativos, tanto asuntos personales como asuntos administrativos. Y leemos y leemos. Y seguimos leyendo teniéndonos que inventar todas las acciones.
Nuestra intervención es exactamente igual que si efectuásemos una lectura privada, como si viéramos un cartel en una estación, una serie de grafitos en un lavabo. Es su propuesta.
Entre los carteles se nos presentan multitud de preguntas del artista sobre su propia existencia, sobre algunos trámites del proceso que al convertirse en algo público, es decir cuando los que miramos completamos el proyecto, lo concluimos o lo lanzamos consciente o inconscientemente hacia el sumidero de nuestra memoria, nos hacemos cómplices de una gran duda, sobre el paso del tiempo, sobre el tiempo perdido, sobre la lectura como una forma de movimiento, o sobre la capacidad que tenemos los espectadores para vivir en nuestro interior los caprichos exteriores de quienes nos ofrecen un quiebro en lo convencional.
Este diario textual, ¿es una espectáculo de danza, una performance, una lectura desdramatizada? No sucede nada. O sucede todo sin que aparentemente se mueva nada. Y el paso del tiempo se concreta en una proyección hacia el futuro, cuando el artista es un anciano. Se coloca una máscara que lo avejenta y se va. Se apaga la luz del proyector, y tras el oscuro nos queda la realidad. Y debemos decir que hay demasiada dramaturgia, que hay texto escrito, frases, datos, chistes, aforismos, intenciones, letrillas. Ni un sonido. Ni un gesto, ni una intervención más allá de la lectura. Incalificable. Para no decir casi nada, digo: interesante.
Carlos GIL


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