Tomar Partido. Producciones Offmadrid.
TOMAR PARTIDO Autor: Ronald Harwood (Taking sides) Intérpretes: Pedro Civera, José Lifante, Pepa Sarsa, Marisa Lahoz, Luis Muñiz y Guillermo Montesinos. Traducción y adaptación: José Lifante y Pepa Sarsa Dirección: Luis Maluenda. INDEPENDENCIA O NEGACIÓN Wilhem Furtwängler, uno de los más grandes directores de orquesta del mundo, desempeñó su labor durante el nazismo, en Alemania y, como a otros muchos artistas, se le acusó de nazi. Al término de la segunda guerra mundial, los americanos impartieron justicia… Los aliados sometieron a juicio a los ejecutores de un régimen criminal y a los intelectuales que no hicieron nada por impedir el crecimiento del “infierno” en un pueblo capaz de crear “el cielo”. TOMAR PARTIDO nos sitúa en el interrogatorio al cual el Comandante Arnold (Pedro Civera) somete al genio, al “jefe de la banda”, al director más grande, al admirado por Hitler, al privilegiado, capaz de llamar a un ministro y con tan sólo ese movimiento lograr la libertad de dos, tres ó cinco judíos… A la persona capaz de encerrarse en el universo idílico de la música e ignorar la muerte, los gritos, la miseria… Al ser humano que intelectualiza todo sentimiento con un único fin: Demostrar que Alemania es algo más que muerte, absolutismo y totalitarismo. Pedro Civera es el comandante Arnold, “un inculto total”; elegido expresamente para juzgar a Furtwängler, (José Lifante) como una persona cualquiera, “¿Vale, a caso, más la vida de un genio como Wagner, que la de miles de judíos muertos…?”; ignorante, grosero, intolerante… Cuyo único medio, único porqué, único motivo, es el Odio. El Comandante Arnold es el nazi antinazi. “Están siendo como ellos”- Afirma, desesperada, Tamara (Pepa Sarsa) en un momento de esta obra; esta aseveración es la clave del magnífico texto escrito por Harwood, que nos devuelve el teatro de palabra y reflexión, dejándonos un desasosiego enorme, sin saber el grado de verdad, de realidad en el que el autor se apoya para plasmar un juicio injusto, marcado por la prevaricación, falsedad, amenazas e indignidad. El Comandante Arnold ratifica este hecho, mofándose de aquéllos que buscan la justicia, la humanidad en unos seres que necesitan ver muertos a los que mataron, ver ardiendo a los que quemaron, ver ahogados a los que robaron el aire a los inocentes… Por el mero hecho de existir. Pero, ¿Es posible la dualidad de una persona; es posible diferenciar al artista del ciudadano? ¿Un poeta, no escribe lo que siente; un narrador no cuenta lo que ve; un pintor no refleja la realidad, aunque ésta se maquille de abstracción… Es posible que el mundo que crea la música, cierre sus puertas con llave, baje las persianas y sus paredes sean tan robustas, tan recias como para no oír, no ver, no oler…? Pedro Civera y José Lifante, forman un tándem perfecto; ambos, desde su caracterización inicial, van experimentando una evolución gradual y perfecta. Desde la prepotencia arrogante, inicial del oficial americano, hasta la visión real y dramática del músico que desciende de ese universo impecable para descubrir la realidad que no ha sido capaz de asimilar, pasando por la propia confesión de Arnold (Civera); él no lo conoce, no sabe de música, no le importa; Wilhelm (como él lo llama) es un alemán más que no hizo nada, cuando podía haberlo hecho, limitándose a sobrevivir… Llegando de nuevo hacia la pose dramática del músico que se sitúa por encima de todos los mortales, él ha trascendido como trasciende la música… Él, la música, es algo más que el propio Hitler. “Tomar Partido” no responde a las preguntas que la puesta en escena suscita; el final, repleto de simbolismo, deja muchas puertas abiertas… Tan sólo, nos queda el insomnio de ese comandante ignorante pero sensible; nos queda la quinta sinfonía de Beethoven y la expresión de Furtwängler… Ya no quiere entrar en ese orbe maravilloso que la música le ofrece… No quiere escucharlo… Como, tal vez, no quiso escuchar los gritos de esas vidas, de las que tan sólo quedan unas fotografías, en blanco y negro, sobre unas paredes solitarias y frías…